Casi como meter al enemigo en casa
La pertenencia a un índice conocido y, sobre todo, masivamente utilizado es la máxima aspiración bursátil de una compañía. Pertenecer a un Euro Stoxx 50 a un Dow Jones o a un S&P 500 es sinónimo de aumento de volumen debido al flujo de dinero hacia el valor por parte de los fondos de inversión que replican esos índices.
Obviamente, la pertenencia o no a un índice no es capricho de nadie, sino que obedece a criterios de liquidez, tamaño y de volumen de negociación. Es decir, que el que una compañía ingrese en un índice es como un premio a su buena trayectoria en Bolsa.
Viene esto al caso, porque en Estados Unidos comienzan a surgir voces que especulan con la posibilidad de que Google ingrese en el selecto grupo de empresas que integran el S&P 500. Esa es al menos la opinión de un analista del banco de inversión neoyorquino Bear Stearns, que entiende que Google es la única compañía de las cuatro grandes de internet que no forma parte del índice.
La compañía ha sido el acontecimiento bursátil de los últimos meses, tras lograr una revalorización del 350% con respecto a los 85 dólares a que se colocaron las acciones en Bolsa el 18 de agosto de 2004.
Cuenta el analista de Bear Stearns que el ingreso de Google en el S&P 500 generaría una demanda de unos 20 millones de títulos por parte de los fondos indexados que replican al S&P 500. Para Google supondría algo así como el volumen que genera en un día y medio y en torno al 7% de las acciones que tiene en circulación. También tendría impacto sobre el S&P 500, porque por su tamaño se colocaría entre las 30 compañías de mayor tamaño del índice y pesaría nada menos que un 0,75%. El comité que decide las entradas en el S&P 500 ya ha tenido en cuenta a Google. Pero no se ha decidido aún. Es lógico, porque con ese peso y la extraordinaria revalorización que acumula darle entrada quizá sería como meter al enemigo en casa.