BBVA vende a la familia Garavilla su 41% de Conservas Isabel
El BBVA ha puesto fin a su presencia directa en el capital de sociedades ligadas al negocio de la alimentación. La entidad financiera cerró a última hora del viernes la venta de su 41% de Conservas Garavilla, comercializadora de la marca Isabel y una de las primeras compañías de su sector, a la familia Garavilla por algo más de 11 millones de euros.
La desinversión de BBVA pone fin a la relación societaria entablada en 1973 entre la entidad en financiera y la familia Garavilla que desde el viernes es la titular del 100% del capital de la conservera con sede en Bermeo (Vizcaya). Fuentes del sector aseguran que las negociaciones se iniciaron hace más de seis meses y al final se ha buscado una salida pactada dado el interés del BBVA por abandonar el accionariado de la compañía.
La compra del 41% en manos del BBVA, por algo más de 11 millones de euros, se instrumenta a través de sociedades patrimoniales de la familia Garavilla mediante un préstamo del propio banco presidido por Francisco González y el pago de 2,4 millones de euros en efectivo. A cambio la entidad financiera toma como prenda los barcos atuneros Rosita C y Aurora B, dos buques relativamente nuevos y con un valor conjunto en el mercado de unos 22 millones de euros.
El BBVA, vistos los movimientos que se han producido recientemente en el negocio de la industria conservera de pescados, se ha garantizado el pago del crédito a lo largo de los ejercicios 2006, 2007 y 2008. Además, si en ese periodo la familia Garavilla se desprende la conservera, la entidad financiera tendrá el 41% de la plusvalía que se genere en la operación. Portavoces de la compañía confirmaron el cierre del acuerdo de compraventa, pero eludieron dar detalles de los términos del acuerdo 'ya que están sujetos a la confidencialidad'.
Conservas Garavilla, con unas ventas de unos 160 millones en 2005, cuenta con dos plantas en España (O Grove y Bermeo) y otras dos en el extranjero (Marruecos y Ecuador). La sociedad experimentó un considerable cambio a partir de 2001 cuando un pacto entre los accionistas permitió al BBVA colocar al frente de Conservas Garavilla a Pedro Casamitjana, una persona de su confianza y de acreditada solvencia en la gestión tras su paso por Bodegas y Bebidas y Alimentos Naturales, dos compañías que estuvieron en la órbita accionarial de la entidad financiera.
La cúpula ejecutiva, Estanislao Garavilla pasó a ser presidente no ejecutivo y Casamitjana, consejero delegado, ha realizado desde hace cinco años una agresiva política de reducción de deuda y contención del gasto que ha permitido oxigenar su balance en más de 60 millones de euros. Esta estrategia se ha instrumentado, fundamentalmente, a través de la venta de activos en Lanzarote y Algeciras, donde contaba con fabricas que fueron cerradas. Además, vendió los terrenos donde se ubicada la factoría de Bermeo (Vizcaya) que le permitió construir una nueva, con una inversión de más de 12 millones, en Mundaka.
Medios del sector afirman que es segura la salida de Pedro Casamitjana de Conservas Garavilla tras la venta de la participación de BBVA. Estas fuentes afirman que al frente de la compañía podría situarse como nuevo director general Juan Corrales, miembro de la familia Garavilla, y que Estanislao Garavilla mantendría la presidencia pero incrementaría sus funciones ejecutivas.
Recientes movimientos en el sector
La semana pasada se cerró con otra operación de calado dentro del sector conservero español. La compañía Conservas Peña, controlada por el grupo inversor Louredo, se hizo con el control del 100% de Bernardo Alfageme, cuya marca comercial más conocida es Miau, y por la que pagó 24 millones de euros. Alfageme es una compañía con tres plantas en España (Vigo, O Grove y Cambados), una facturación de 84 millones de euros y una plantilla de 400 trabajadores. Su tamaño y la calidad de sus activos industriales es sensiblemente menor que la de Garavilla pero, al parecer, su valor patrimonial es mayor según el precio pagado por Inversiones Louredo. Esta compra ha creado inquietud entre los trabajadores de Alfageme que temen que detrás de la operación se encuentre una estrategia inmobiliaria, sobre todo después de que los terrenos donde se ubica una planta del grupo situada en Vigo se hayan recalificado para un uso diferente al industrial.