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Tribuna
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Precedentes de una opa

Tanto en España como en el resto de la UE ha habido intentos de integración semejantes al que pretende poner en marcha la opa de Gas Natural sobre Endesa. Exitosos o no, los reguladores han dado en ellos señales que el autor analiza ahora a la luz de la opa española

No han faltado intentos de fusión en el sector de la energía, en España y el resto de la UE. Algunos consumados y otros no, son precedentes de la opa de Gas Natural sobre Endesa. Son casos importantes por las decisiones regulatorias que motivaron, que son señales para los casos futuros.

La primera señal tiene que ver con la naturaleza oligopolista del mercado eléctrico en España y la consiguiente necesidad de que no disminuya el número y calidad de las empresas que en él compiten. Recordemos el intento de adquisición de Hidrocantábrico por Unión Fenosa en 2000, y el de fusión amistosa de Endesa e Iberdrola meses después. En ambos, el Tribunal de Defensa de la Competencia (TDC) decretó que eran improcedentes. La última podría haberse aprobado de haber cumplido las compañías una serie de condiciones, que fueron lo suficientemente duras como para hacer que renunciaran: implicaban la enajenación de casi la mitad de los activos en España de la nueva entidad.

Una segunda señal se refiere a los problemas que la posesión conjunta de la distribución de gas y electricidad puede causar. Salió a la luz con la opa hostil de Gas Natural sobre Iberdrola a finales del 2002. El dictamen de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) fue negativo. Se consideró que el endeudamiento por la operación podía poner en peligro las inversiones requeridas en las redes de distribución de gas y electricidad, y que una misma compañía fuera la propietaria de ambas podía causar su desarrollo asimétrico.

En otros países de la UE se han producido también fusiones de compañías de gas y electricidad, que han provocado múltiples señales regulatorias sobre un tercer tipo de problemas. Vean algunos ejemplos, y no es una mera recopilación.

l Adquisición de las húngaras MOL WMT y MOL Storage por la alemana de gas y electricidad Eon en 2005. El problema era que Eon adquiriría los contratos de largo plazo de suministro de gas con Rusia (principal proveedor de Hungría), lo que planteó inquietudes por el poder de mercado que darían al adquirente. La operación fue autorizada después de que Eon se comprometiera a enajenar la mitad de los contratos de aprovisionamiento, vender gas en Hungría a precios competitivos, y separar la propiedad del transporte de gas de su comercialización y almacenamiento.

l Compra de Distrigaz (belga de aprovisionamiento y transporte de gas) por Tractebel (principal accionista de Electrabel, con mucho la principal eléctrica belga) en 1994. Se autorizó tras la desinversión de los contratos de aprovisionamiento de gas para generación eléctrica, sujeta a que Tractebel se quedara con participación minoritaria (49%) en Distrigaz y el Gobierno belga con acción de oro.

l Adquisición por Neste (finlandesa de mayoría pública, activa en petróleo, gas natural y calefacción) de la eléctrica local IVO en 1998. El problema era que Neste controlaba Gasum, monopolio del gas natural en Finlandia. Fue autorizada por la Comisión Europea (CE), sujeta a que Neste no retuviera más del 25% de Gasum y renunciara a la presidencia del consejo.

l Oferta de compra de GDP (cuasi-monopolio gasista en Portugal) por EDP (cuasi monopolio eléctrico en Portugal) y Eni (italiana de hidrocarburos) en 2004. Fue denegada por la CE porque eliminaba uno de los pocos competidores eléctricos creíbles de EDP (GDP operaba plantas eléctricas de gas natural), porque podría poner a otros competidores eléctricos en desventaja frente a EDP (que controlaría el suministro de gas para electricidad), y porque desaparecería un cliente fundamental para el desarrollo del gas natural (la propia EDP, fusionada ahora con GDP).

He dejado para el final la fusión entre la principal eléctrica (Eon) y la principal gasista (Ruhrgas) alemanas, historia que comienza en 2001. Recuerda a la opa de Gas Natural sobre Endesa. Un aspecto entre varios: en el curso de la operación las pasiones se levantaron, reguladores y ministros fueron cuestionados, y grandes principios agitados por partidarios y detractores. Hoy, ya fusionadas ambas compañías, los ecos de estos hechos perduran en la escena alemana.

Entonces, el mercado eléctrico alemán era un duopolio imperfecto, con Eon y RWE de principales agentes. El gas era un monopolio imperfecto, con Ruhrgas con el 60% del suministro de Alemania. No existía, sin embargo, un impacto tan fuerte del precio del gas sobre el de la electricidad como en España. Por tanto no aparecieron, como ha ocurrido en nuestra opa, preocupaciones graves sobre el impacto de la integración vertical en los precios de los mercados mayoristas.

El análogo local de nuestro TDC decidió prohibir la operación. Argumentaba que la combinación de los contratos de importación de gas de Ruhrgas con la posición dominante de Eon en distribución de gas y electricidad reduciría la competencia. La nueva compañía tendría incentivos para discriminar contra posibles competidores en generación eléctrica y venta al por menor de gas, ofreciéndoles pobres contratos de transporte y suministro. Desaparecía también algún competidor en distribución eléctrica, como Stadtwerke Hannover, controlado por Ruhrgas. Además, la pérdida de presión competitiva podría incentivar subidas de precios por parte de Eon. No obstante, el Ministro de Economía autorizó la adquisición argumentando que así se creaba una compañía global que beneficiaría la economía alemana, y que se garantizaba el suministro de gas. Impuso también condiciones suaves, que la mayor parte de los economistas consideraron insuficientes para preservar la competencia. Hubo protestas extendidas a la decisión ministerial, que llevaron a la suspensión cautelar de la operación. Un acuerdo extrajudicial en enero de 2003 permitió que concluyera, sujeta a condiciones ligeramente más duras que las iniciales.

Tres años después es momento de hacer balance. Por ejemplo, ¿es Eon una compañía global, o incluso más alemana? ¿Ha contribuido la operación al lento crecimiento de la economía alemana, o ha sido un factor que ha evitado resultados aún peores? ¿Ha mejorado la fusión Eon/Ruhrgas la seguridad de suministro de gas natural a Alemania, o ha sido irrelevante o perjudicial? No son preguntas fáciles de responder. Pero no pienso que la opinión pública germana debiera estar particularmente preocupada porque la sede de la empresa esté en Essen o en Stuttgart.

Los dictámenes de los reguladores debieran ser muy seriamente tomados en cuenta. No hacerlo puede justificar abusos de posición de dominio, crear precedentes anticompetitivos, reducir la competencia existente, y también crear fricciones con socios comerciales. Parece muy conveniente que si, a pesar de todo, se autorizan operaciones declaradas improcedentes por las autoridades de Competencia, se haga de forma parsimoniosa, se justifiquen de manera muy cuidadosa y detallada, se acompañen de condiciones y obligaciones claras y bien diseñadas, y se prevea un proceso de supervisión regulatoria riguroso y continuado.

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