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5d. Para Invertir

La era Greenspan llega a su fin

Sobresalto en la Fed: 'El candidato Greenspan comparte los objetivos de Volcker pero no su influencia'. Con este titular, el 3 de junio de 1987 The Wall Street Journal informaba que el presidente de la autoridad monetaria, Paul Volcker, había rechazado repetir por tercera vez en el puesto y Ronald Reagan le sustituía con Alan Greenspan.

El diario explicaba que a pesar de que Greenspan, de 61 años, tenía ganada una buena credibilidad y se esperaba que mantuviera las mismas políticas que su predecesor, tenía que probar que estaba a la altura de él. Los mercados no las tenían todas consigo y ese mismo día el de bonos tuvo su mayor caída en cinco años y el dólar se depreció fuertemente frente el resto de las más importantes divisas. Solo la renta variable, que mantuvo la calma, pareció demostrar una actitud algo más preclara.

Greenspan tomó posesión el 11 de agosto de ese año, poco antes de predecir una recesión. Las credenciales que el mundo estaba esperando las tuvo que presentar dos meses más tarde para responder al colapso de los mercados el 19 de octubre, cuando el Dow Jones perdió 508 puntos. Y estuvo a la altura. Antes del crac los mercados presionaban para que subiera los tipos como bálsamo contra la inflación, pero en 24 horas el interés era el contrario: bajarlos para evitar una recesión. Con un Reagan muy débil política y económicamente la atención se centró en Greenspan quien afirmó su compromiso de que la Fed serviría 'como fuente de liquidez' para apoyar a la economía y el sistema financiero'. Y rebajó los tipos.

El mercado ha confiado en Greenspan sin saber exactamente qué manual de gestión sigue

La mayoría de sus críticos se centra en su pasividad a la hora de explotar la burbuja de los mercados a finales de los noventa

Desde entonces Greenspan se construyó una reputación que deja dos décadas de un crecimiento económico estable en las que se vivieron dos recesiones suaves, baja inflación, alta productividad y tipos de interés manejables. Además, ha estado al mando de la política monetaria de EE UU cuando hubo que hacer frente a los desplomes del mercado en 1987 y en 2000-01, plantar cara a la bancarrota de Rusia, el fiasco del hedge fund LTCM, la gestión de dos guerras en Irak y las consecuencias de un ataque terrorista en suelo estadounidense. El 11-S coincidió con los meses de la recesión y fue sucedido por un periodo en el que se disparaba el riesgo de la deflación. Ambos fueron controlados.

Los mercados y, en general, todo el mundo ha confiado en él sin saber realmente cómo se enfrenta a las decisiones diarias y qué manual de gestión sigue más allá de estudiar todos los datos, muchos, que caen en sus manos.

Adiós con una posible subida de tipos

El 31 de enero Greenspan se irá, probablemente, subiendo por decimocuarta vez consecutiva los tipos en un país que ha crecido 10 trimestres seguidos -de los últimos 11- por encima del 3%, con la inflación controlada y una tasa de paro a la baja en la primera economía del mundo. Una economía que tira del resto con buen resultado puesto que está camino de disfrutar el tercer mejor año de crecimiento global desde la Segunda Guerra Mundial.

Después dejará su oficina en la Constitution Avenue de Washington, en la que ha estado algo más de 18 años, encumbrado como 'el más importante banquero central de la historia', según describió con entusiasmo en un reciente ensayo Alan Blinder, ex vicepresidente de la Fed entre 1994 y 1996. No obstante, no todos se aprestan a arrimar su hombro para que Greenspan salga por la puerta grande.

Aunque el presidente de la Reserva haya sido calificado de Maestro desde que Bob Woodward titulara así su biografía, las críticas a su gestión se han ido multiplicando en los últimos años. Algunas se centran en su labor política al apoyar los recortes de impuestos de George Bush en tiempos de gran déficit. Otros en torpedear su imagen de campeón de lucha contra la inflación aduciendo que esto es algo natural cuando la economía es más dependiente de los servicios y que por otra parte es algo que, ayudados por la globalización, también han conseguido banqueros de otros países. La mayoría de las críticas derivan de la burbuja tecnológica, cuyo crecimiento, se cree, podía haber atajado.

æpermil;l ha defendido su pasividad ante la sobrevaloración de los activos durante la segunda mitad de los noventa diciendo que no era su misión explotar burbujas y que además es difícil saber cuando se está en presencia de una. Esto último, sin olvidar que él mismo calificó el espectáculo bursátil de 1996 como 'exuberancia irracional'. El trabajo de la Reserva no era subir los tipos para acabar con la burbuja sino bajarlos (12 veces en dos años y medio) para contener el daño. A la vista de la evolución de EE UU y de los mercados, Greenspan ha dado a entender que se siente vindicado.

Bill Dudley, economista de Goldman Sachs, dice que una vez que la burbuja se pinchó, la respuesta monetaria fue apropiada pero admite que una explosión menor habría requerido de menos estímulo y que como dice otro economista, Stephen Roach, de Morgan Stanley, ha permitido que de una burbuja se pase a otra: la de la vivienda. 'Es solo cuestión de tiempo que la economía sufra una caída cuando los precios de las viviendas caigan y los consumidores tengan que rebajar sus gastos'. El diagnóstico del sombrío Roach es compartido por muchos economistas porque el consumo y la construcción residencial han sido responsables de casi el 90% del crecimiento del PIB en los últimos años.

Y todo tiene un límite. La deuda actual de los hogares es de 11,4 billones de dólares (el 87% del PIB) cuando en 1987 era de 2,7 billones (el 58% del PIB) y aunque el valor de los activos patrimoniales sea de 51 billones, tanto el consumo como el crédito, ahora que suben los tipos, dan claros signos de agotamiento. Los críticos inciden en lo mucho que le ha costado a Greenspan ver la sobrevaloración inmobiliaria y el pasivo que deja. Como señal de lo que puede llegar, el viernes las cifras preliminares del PIB mostraban que crecía apenas un 1,1% por la caída del gasto de los consumidores y el déficit comercial.

La perspectiva del tiempo ayudará a juzgar a Greenspan por este pesado legado de inmensa deuda sobre la que crece la economía, y los grandes déficits que de una manera u otra ha ayudado a crear. Ben Bernanke se encargará del timón de un barco que su predecesor deja con un piloto automático activo durante mucho tiempo.

Greenspan deja a muchos escépticos a la hora de valorar sus últimos años al frente de la Fed. Dice Dudley que la labor de los bancos centrales 'ha mejorado en todo el mundo en la última década'. Añade que la inflación está bien contenida en casi todos los sitios y muchos países han tenido una evolución económica, como poco, tan favorable como la de EE UU. 'En términos absolutos, el presidente Greenspan ha hecho una obra muy buena, pero, en comparación con sus pares, muy en la media'.

Cuando todo el Dow valía lo que hoy Exxon

Alan Greenspan lleva más de 18 años al frente de la Reserva Federal. Es un periodo lo suficientemente largo como para que se hayan producido numerosas transformaciones a todos los niveles pero sobre todo en un entorno tan cambiante como la Bolsa.Un sólo dato así lo confirma: en 1987, cuando tomó posesión, las 30 compañías que integraban el índice Dow Jones tenían un valor conjunto de 392.359 millones de dólares lo que equivale a la capitalización actual de la petrolera Exxon Mobil.Hace 19 años las empresas que encabezaban el ranking por valor bursátil eran IBM, Exxon Corporation, General Electric, Du Pont y Philip Morris (ahora Altria). Hoy algunos nombres se repiten aunque hay algunas incorporaciones significativas entre los cinco valores más capitalizados: Exxon Mobil, General Electric, Microsoft, Citigroup y Procter & Gamble.Si Microsoft representa junto a Google el paradigma de lo que se bautizó como nueva economía, el reverso de la moneda lo protagonizaría General Motors. El fabricante de coches, símbolo por excelencia del viejo capitalismo, vale hoy en Bolsa menos que hace casi dos décadas.Cuando el maestro, calificativo que le otorgó el periodista Bob Woodward en su biografía, fue nombrado por Ronald Reagan como presidente de la Reserva Federal, General Motors era la empresa que más facturaba en el Dow Jones (112.278 millones), seguida de Exxon Corporation, IBM, General Electric y Sears Roebuck. Hoy día, las cinco compañías que más venden son Exxon Mobil (se prevé que cierre el ejercicio con una facturación cercana a los 370.000 millones), Wal Mart, General Motors, General Electric e IBM.En cuanto a los líderes en beneficios, hace 19 años las empresas que más ganaban eran IBM, Exxon Corporation y General Motors. Actualmente, destacan Exxon Mobil, Citigroup y General Electric. En 1987 todas las ganancias de las empresas del Dow eran poco más de la mitad del beneficio previsto en 2005 para la mayor petrolera del mundo.Más allá de las frías cifras, durante el mandato de Greenspan han sucedido muchas otras cosas en torno a Wall Street. Por ejemplo, a lo largo de estos años el mercado ha asistido al mayor periodo de concentración empresarial de su historia. Entre ellas destaca la compra de Time Warner por parte de AOL, una operación cuyo valor de mercado ascendió a 186.000 millones de dólares. Otros movimientos significativos fueron la compra de los laboratorios Warner Lambert por parte de Pfizer o la adquisición de Mobil por parte de Exxon. En el sector financiero también se han creado gigantes de la talla de Citigroup y JPMorgan Chase.Otra de las lecciones que han aprendido los inversores durante la era Greenspan es a desconfiar. El pinchazo de la burbuja tecnológica destapó numerosos escándalos en las propias compañías, bancos de inversión y firmas auditoras. El caso Enron y la suspensión de pagos de Worldcom son quizás los ejemplos más significativos.En definitiva, si el balance del impacto bursátil del principal responsable monetario de un país se midiese sólo por sus números, en el caso de Greenspan éste sería inmejorable ya que el Dow Jones ha subido cerca de un 300% desde 1987. Cuando entro en la Fed el índice estaba en 2.680 puntos y en la actualidad se ha encaramado por encima de los 10.700 enteros.

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