El cava no catalán digiere su éxito
David Díaz, economista de 41 años, aprendió a andar en Lar de Barros, la bodega que su abuelo abrió en Almendralejo (Badajoz) allá por 1931. Apenas le dejaban probar el vino en 1979, cuando su familia brindó por primera vez con cava propio. Y fue un año después cuando la empresa despachó las 1.500 primeras botellas. 'Hemos tenido que esperar dos décadas para superar las 30.000 botellas anuales', cuenta Díaz. 2003 se saldó para ellos con 25.000 botellas, 2004 con 38.000, y en 2005 la empresa ha distribuido 70.000 unidades del galardonado Bonaval. En 2006 esperan que les quiten de las manos unas 200.000.
La explosión de Lar de Barros tiene mucho que ver con la reacción a las dudas que, a finales de noviembre de 2004, manifestó el político catalán Carod Rovira sobre el apoyo de Cataluña a la candidatura olímpica de Madrid. La propuesta de reforma del Estatuto y las soflamas de distintos grupos a favor del boicot contra los productos catalanes también han alimentando a la escasa industria que sobrevivía lejos de la comarca del Alt Penedés (Barcelona).
'Invertiremos este ejercicio en dos nuevas naves de 1.200 metros cuadrados cada una para dar cabida a nuestro aumento de producción', dice con optimismo el gerente de Lar de Barros. Díaz sostiene que su empresa es apolítica y contraria al boicot, 'pero soy empresario y debo aprovechar las oportunidades que me da el mercado'.
La cavista aragonesa Langa prevé pasar en tres años de 150.000 botellas a un millón
Otro bodeguero que lleva meses conociendo a nuevos clientes es César Langa, propietario de Bodegas Langa (Calatayud, Zaragoza) y de las marcas Reyes de Aragón y J. Langa: 'Ya tengo firmadas 300.000 botellas para 2006 y creo que superaremos las 500.000', desvela un pequeño empresario cuyo objetivo es instalarse en el millón de botellas en 2009. Sus ventas en los últimos 12 meses tocaron las 150.000.
El colchón que otorga tener más del 50% de la producción colocada hace que Langa se atreva a invertir. La empresa precisa una embotelladora, un sistema de clarificación y una nave. Todo suma unos 600.000 euros.
Con un volumen ya respetable ha afrontado 2006 la valenciana Castell dels Sorells (Turis, Valencia). Alfredo Soler, su propietario, afirma que no es plato de buen gusto prosperar a costa del problema de sus compañeros catalanes. 'Hemos llegado a 400.000 botellas en 2005, con un incremento de 70.000, pero estoy seguro de que se debe a la política. Recojo gustoso el beneficio, pero prefiero ganarme el mercado por la calidad de mis productos', opina. Dos de sus cavas ganaron sendas medallas de plata en el Salón Internacional del Vino Iberwine el pasado mes de noviembre.
Otro producto de los viñedos valencianos, el Reserva Especial de Dominio de la Vega (San Antonio de Requena), fue elegido mejor cava español de 2005 en el Enoforum. El consejero delegado de la joven bodega, Álvaro Faubel, recuerda que venden el 100% de la oferta desde 2001. 'Hemos crecido en 2005 hasta 150.000 botellas. Por filosofía no pasaremos de 400.000 y creemos que podemos distribuirlas, haya o no haya revuelo político'. Para 2006 prácticamente no le queda un solo litro sin propietario.
Es el presente y el futuro de cuatro empresas del cava establecidas lejos de Cataluña. Han cerrado una campaña sin precedentes para ellas y pese a lamentar que la política se mezcle en los negocios, son conscientes de que ha dado alas a viñedos de La Rioja, Aragón, Valencia y Badajoz.
Los cavistas catalanes, entretanto, capean el temporal como pueden. Codorníu reconoce una caída en las ventas en España del 4,37% en 2005. El beneficio también se ha resentido debido 'al aumento de gastos en acciones comerciales para afrontar un mercado enrarecido'. A la compañía le queda un consuelo: es propietaria de Bodegas Bilbaínas (Haro, La Rioja). æpermil;sta, como el resto de las que se libran del boicot, ha agotado sus existencias de Royal Carlton.
La inalcanzable cuota del Alt Penedés
Que el consumidor haya aprendido que Extremadura o Aragón aparecen en el mapa español del cava no quiere decir que a sus empresarios se les suban las burbujas a la cabeza. Actualmente saborean un gran éxito, pero con modestia y los pies bien pegados al suelo.Sólo en la comarca del Alt Penedés (a unos 40 kilómetros de Barcelona), con boicot o sin boicot, se concentra el 95% de la producción nacional, calculada en 221 millones de botellas en 2004 (121 millones unidades fueron destinadas a la exportación). El dato cobra aún más relevancia si se aprecia que el 75% se elabora en un solo pueblo, Sant Sadurní d'Anoia, donde están asentados los imperios de Freixenet y Codorníu.'Somos pequeños, modestos y probablemente no queramos ser otra cosa, pero resulta satisfactorio que el cliente pruebe nuestros productos y decida repetir', argumenta David Díaz, de Lar de Barros.Bodegas Langa se propone dar impulso a su estrategia de marketing, pero sin disputar el último anuncio del año a los gigantes del sector: 'Haremos campañas muy segmentadas a nuestro público objetivo en Madrid, uno de los principales mercados', expone el dueño de la compañía, César Langa.