_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Halagar por halagar?

Madrid fue la primera parada del viaje transatlántico de Evo Morales, que el próximo domingo toma posesión como presidente electo de Bolivia. En opinión del autor, el político indigenista dijo poco y prometió menos, pero obtuvo bastante de España

Latinobarómetro es un indicador de opinión para toda la región de América Latina realizado por una organización privada con sede en Santiago de Chile. Su primer estudio piloto tuvo lugar en 1988 y se limitó a los cuatro países del Cono Sur. Siguiendo la experiencia europea del Eurobarómetro, en 1995 realizó y publicó su primer estudio de opinión, el último de los cuales, presentado a finales de octubre de 2005, reúne los resultados de la encuesta efectuada entre el 1 de agosto y el 10 de septiembre de ese año en 18 países de América Latina, entre los cuales no se encuentra, ¡claro es!, Cuba, donde sus dirigentes no necesitan conocer las preocupaciones de la opinión pública porque son ellos quienes deciden qué deben o no opinar los ciudadanos. Puede el lector curioso consultar la página www.latinobarometro.org.

He repasado los resultados de la encuesta del otoño de 2005 con motivo de la visita a Madrid del presidente electo de Bolivia, Evo Morales, y creo que no es ocioso resumir algunos de los rasgos generales que de su lectura se desprenden. El primero es que en dos terceras partes de los países encuestados la opinión pública muestra un desencanto creciente respecto a la democracia como sistema de gobierno. Perú y Paraguay se llevan la palma, pero no se queda muy lejos Bolivia, en la cual más de la mitad de los encuestados considera que la democracia no es el sistema de gobierno preferible. Ello contrasta con los resultados de 1996, año en el cual casi dos tercios de la población preguntada se mostraba favorable a la democracia.

Lógicamente, el desencanto se muestra también ante la pregunta de cuán satisfecho se está respecto al funcionamiento de la democracia en cada país concreto. Resulta curioso, pero en prácticamente todos los países la economía de mercado es el sistema económico que mayor confianza despierta en la opinión pública, con Colombia y México a la cabeza y Argentina y Paraguay en el pelotón de cola; en Bolivia, más del 60% de los encuestados respondía afirmativamente a la pregunta. Otro rasgo destacable es que, después del descenso notable en la confianza que la privatización de empresas había generado en la opinión pública entre 1998 y 2003, se observa un aumento de diez puntos porcentuales en la recuperación de esa confianza entre el año últimamente citado y 2005.

Todo lo anterior no empece un alejamiento respecto a las instituciones que suelen caracterizar el funcionamiento de las democracias, hasta el punto de que los partidos políticos, el Congreso y la Administración de justicia son las más negativamente valoradas y los presidentes y los militares las más relativamente estimadas.

Por último, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva es el político de la región mejor valorado, seguido del venezolano Hugo Chávez, con el presidente cubano Fidel Castro muy descolgado en el aprecio de los latinoamericanos.

No ha mejorado la opinión que las opiniones públicas de estos países parecen tener de EE UU, siendo Bolivia una de las que menos confían en las buenas intenciones del país gringo, sin llegar al grado de antiamericanismo que se advierte en, por ejemplo, Argentina. Pero tampoco Venezuela despierta una gran confianza; sin ir más lejos, en Bolivia únicamente el 5% de los encuestados concede crédito a las arengas bolivarianas del caudillo de dicho país.

Con este telón de fondo acaso sea posible situar en su medida exacta las posibles consecuencias prácticas de la reciente visita de Evo Morales a España. Dijo poco, prometió menos y obtuvo bastante. Desde el punto de vista de la diplomacia española el interés primordial, amén de cortesía ante futuro presidente, debería haber sido conocer sus intenciones respecto a los intereses españoles en Bolivia y manejar, entre otros argumentos, la promesa de condonación de la deuda como una contrapartida de esa defensa. Pero ocurrió exactamente lo contrario; arropado por el coro de beatería laica que suele marcar el tono en estas ocasiones -y que encontró en el vistoso jersey exhibido aquí por Morales, pero discretamente ocultado por un oportuno chaquetón de cuero cuando se entrevistó con el presidente chino, motivo para embelesarse-, el presidente electo se fue con una sustanciosa remisión y sin compromiso alguno por su parte.

Da la impresión de que a nuestros gobernantes les encantan hasta tal punto las consignas antiliberales y antiamericanas del señor Morales, como las del señor Chávez, que no se percatan que a diferencia de éste, cuyo petróleo brota a borbotones, aquél tiene el gas enterrado y que así seguirá si las empresas privadas extranjeras no se deciden a invertir en su extracción y transporte. Detalle que debería tenerse en cuenta al tratar con el presidente electo.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_