Escenarios de riesgo controlado

La imagen que están ofreciendo los mercados en las primeras semanas del año es de lo más apacible. Al margen de descensos puntuales como el de ayer, el sentimiento generalizado es de confianza, en un clima que se antoja de riesgos controlados y ligera desaceleración.

Uno de los síntomas de este escenario es la volatilidad del mercado, la cual es sinónimo de riesgo. En estos momentos, el índice de volatilidad del S&P 500 que elabora el mercado de futuros de Chicago está en los niveles más bajos de la última década, en el 12%.

Entretanto, los gestores de fondos reconocen en las encuestas que su apetito por el riesgo está aumentando considerablemente. Es decir, que los principales inversores del mercado sienten en estos momentos que poco o nada malo puede suceder; al menos en lo que se refiere a riesgos que de alguna manera puedan ser previstos.

Pero el caso es que no faltan incertidumbres a nivel mundial que podrían dar al traste con el clima de sosiego; así que, o dichos riesgos están descontados, o los inversores dan por hecho que el mercado ha aprendido a absorber con prontitud cualquier situación crítica como epidemias, guerras o atentados terroristas.

¿Cuáles son los riesgos que podrían amenazar la economía en los próximos meses? A nadie se le escapa, por un lado, que hay una situación de riesgo epidemiológico en Asia y Turquía derivada de la gripe aviar. Como tampoco que la situación en Oriente Próximo puede enconarse debido a la reanudación del programa nuclear iraní.

Tampoco la economía estadounidense da muestras sobradas de solidez en lo referente a la balanza fiscal, por un lado, y a la posible formación de una burbuja inmobiliaria, por el otro.

El inversor no se siente preocupado: al fin y al cabo, las previsiones de beneficios siguen siendo optimistas y las de tipos de interés se mantienen dentro de lo esperado. Otra cosa es que se elija el activo que pueda aprovechar mejor la coyuntura actual.