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Revista de prensa

No culpar a China

China es un blanco fácil para nuestro victimismo económico. Está gobernada por un partido comunista. Su moneda, el yuan, no fluctúa libremente. A menudo parece una máquina monolítica, con fábricas con trabajadores en líneas de montaje escupiendo productos de bajo coste que pavimentan su marcha hacia la dominación mundial. Además, guarda bajo llave reservas por 800.000 millones de dólares. Otro elemento popular en el discurso antichino es nuestro desequilibrio comercial (...).

Algunos en Washington deberían acostumbrarse durante cierto tiempo a un considerable déficit bilateral. Y deberían dejar de señalarlo como un signo de perdición inminente. La relación económica de EE UU con China es una simbiosis de ganador-ganador (...).

La importación de bienes manufacturados de China apenas ha paralizado la economía estadounidense, y la voluntad del Banco Central de China de comprar bonos del Tesoro de EE UU permite a este país vivir por encima de sus posibilidades (...).

La verdadera causa de las quejas sobre China es probablemente el fenómeno extraordinario de que el país más poblado del mundo ha crecido a ritmo constante durante 15 años (...). China no debería ser culpada por entrar en la economía global de una manera que nos beneficia a todos.

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