La inflación, el fantasma de 2006
Las previsiones de los analistas para 2006 cuadran, a grandes rasgos. Las empresas cotizadas en Bolsa seguirán obteniendo buenos resultados, merced tanto a la coyuntura económica como al cacareado fenómeno de la globalización: Alemania puede estancarse, pero las empresas del Dax dependen cada vez menos de esta variable. En este contexto, los eventuales repuntes de tipos de interés -menores en cualquier caso que en 2005- pueden provocar alguna corrección. De hecho, ya tocaría. Pero si los tipos de la deuda se mantienen bajos y las empresas ganan cada vez más dinero, en el medio plazo el dinero fluirá hacia la Bolsa.
Se trata, a grandes rasgos del típico escenario moderadamente optimista planteado todos los eneros. Pero hay un factor que no está bajo control y que puede hacer caer todo este andamiaje, y es la evolución de los precios. En condiciones normales la inversión de la curva de tipos en Estados Unidos -que mantiene los tipos de cortos por encima de los largos- se corregirá paulatinamente, con un alza de unos 100 puntos básicos en el tramo largo. Pero si crecen las expectativas de inflación toda la curva se desplazará hacia arriba. La autoridad monetaria deberá contener los precios subiendo los tipos directores mientras en el largo plazo las expectativas de inflación también tiran de las rentabilidades.
Ello supone menos liquidez, deterioro de los rendimientos reales de los activos, más coste de capital y mayor atractivo de inversiones alternativas a la Bolsa. Un panorama complicado que difícilmente podrá ser compensado por la vía de los resultados empresariales. Las alzas en el coste del capital también pueden incidir sobre las operaciones empresariales.
Si las cosas van bien, el mercado se preocupará por otros aspectos tales como la sostenibilidad de los beneficios empresariales o el consumo en Estados Unidos. Por el contrario, si el tema de 2006 es la inflación, mala señal para el bolsista.