Excesiva tasa de temporalidad

Los datos sobre la tasa de temporalidad del mercado laboral español resultan, cuando menos, sorprendentes. Según un estudio elaborado por la escuela de negocios Esade, España aporta sólo uno de cada diez ocupados de la Unión Europea. Sin embargo, absorbe uno de cada cuatro contratos temporales registrados en todo el territorio comunitario. Según los técnicos que han elaborado el estudio, no existe ningún fundamento económico que justifique estas cifras. Aparentemente, la única razón para que el 33% de los contratos laborales firmados en España sean temporales es la 'cultura empresarial' reinante en el país.

Las cifras confirman la falta absoluta de fundamento económico para este fenómeno. En el sector de la construcción, la temporalidad afecta al 60% de los trabajadores en Andalucía mientras que en Cataluña el porcentaje es del 40%. Es decir, que no parece pesar tanto el sector económico en el que se produce la contratación (que en este caso es exactamente el mismo), como la cultura de la temporalidad reinante en cada comunidad: en Andalucía hay un 45% de contratos temporales frente al 24% de Cataluña.

El contrato temporal es, probablemente, una de las mejores herramientas de gestión de personal que tienen las empresas para poder afrontar picos coyunturales en la producción sin necesidad de elevar peligrosamente el tamaño de la plantilla fija. Lamentablemente, en España se utiliza de manera masiva para cubrir posiciones que tienen carácter estructural, precarizando de forma injustificada dichos puestos de trabajo. La cultura empresarial que incita a esta práctica está basada en el convencimiento de que resulta más barato despedir a un empleado temporal que a uno fijo. Un planteamiento que no tiene en cuenta los enormes beneficios que una relación laboral estable aporta al rendimiento del trabajador. La idea de que un empleado que teme por la no renovación de su contrato es más productivo que uno fijo es, sencillamente, errónea.