Francia no es ella misma
Una vez más, Francia está atravesando uno de sus periódicos ajustes de introspección taciturna, inquietándose sobre su declinante influencia en Europa y el mundo, su economía carente de brillo, su alto índice de paro crónico y su abultada deuda pública.
Este ha sido un año marcado por la demoledora derrota del referéndum sobre el Tratado Constitucional de la UE, las disputas feroces con muchos de sus socios internacionales sobre la Política Agrícola Común y los disturbios urbanos protagonizados por jóvenes (...). Por el momento, Francia no es ella misma.
Dicho esto, un vigoroso debate se está desarrollando sobre la mejor manera de encarar los problemas sociales y económicos de Francia (...). Hay muchas razones para pensar que Francia puede beneficiarse de la globalización (...).
Thierry Breton, el ministro de Finanzas, ha confesado de forma valiente que Francia está viviendo por encima de sus posibilidades y ha comenzado a idear políticas para restaurar las finanzas públicas (...).
Los socios europeos de Francia siguen este debate con entusiasmo. Mucho depende de su desenlace. Una Francia positiva y segura de sí misma puede contribuir mucho a la cohesión de Europa. Una nación temerosa y agresiva sólo inquietará a todo el continente.