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Columna
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La medida de actividades ilegales

La oficina de estadística europea (Eurostat) viene planteándose la incorporación de actividades como la prostitución, la droga y el contrabando a la renta nacional y al producto interior bruto de todos los Estados miembros. Esta iniciativa se basa en el principio de exhaustividad que debe regir la medición de ambas magnitudes y, además, en otro importante principio como es el de la comparabilidad que han de tener las cifras de los diferentes Estados, dado que la legislación en materia de actividades ilegales difiere de unos países a otros y, por tanto, las citadas macromagnitudes recogen en muy distinto grado la aportación a la economía de dichas actividades ilegales.

No obstante, los problemas de medir actividades económicas que están perseguidas por la ley aconsejan, tal y como ha propuesto la delegación española, que se realicen estudios piloto, como el que se pretende hacer, a instancias del Ministerio de Cultura, en 2006 sobre las falsificaciones de material audiovisual que es vendido en el denominado top manta. Este tipo de estudios piloto permitirían que la Comisión Europea pudiera estimar la conveniencia de elaborar el correspondiente reglamento que declarara obligatoria la inclusión de actividades ilegales, así como fijar los plazos y la metodología para conseguir su correcta aplicación.

Un mero repaso de las cifras que se manejan sobre algunas de estas actividades ilegales muestra la dificultad de su medición. En relación con la prostitución, resulta difícil encajar los 606.600 hombres que manifestaron haber sido clientes de la prostitución durante el último año (encuesta de salud y hábitos sexuales del INE de 2003) con la cifra de 12.020 millones de euros que ha movido el sector, según estima la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne. Para hacer compatibles dichas estimaciones, cada usuario de servicios de prostitución debería haber gastado, por término medio, la increíble cifra de 19.815 euros en ese menester.

Este problema, donde bajo la perspectiva del consumo hay una clara ocultación y donde tampoco puede creerse que sean precisamente los empresarios de clubes de alterne quienes hagan gala de transparencia contable, es extensible al capítulo de la droga. También bajo la perspectiva del consumo, según las encuestas del Observatorio Español sobre Drogas, en el año 2003 consumieron cannabis el 11,3% de los españoles de 15 a 54 años, cocaína el 2,7%, éxtasis el 1,4%, anfetaminas el 0,8%, alucinógenos el 0,6% y tanto en heroína como en inhalables y crack el 0,1% de dicha población. Estas cifras, posiblemente infraestimadas, son imposibles de contrastar con datos de una oferta que en España está perseguida por la ley y donde sólo se dispone de un indicador indirecto de oferta a través de las incautaciones llevadas a cabo por la policía. En 2001, según el último informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, se aprehendieron en España más de medio millón de kilos de cannabis, 33.681 kilos de cocaína, 860.164 pastillas de éxtasis, 631 kilos de heroína y 26.535 dosis de LSD.

Aparte de las incautaciones, existe otro posible contraste de cifras a través de la información suministrada por el Grupo de Trabajo de Acción Financiera, que evalúa el blanqueo de dinero procedente de la droga y que, en su último informe, mostraba un panorama un tanto sombrío, dado que sólo siete países de la UE cumplían plenamente 28 de las 40 recomendaciones que se exigen a los Estados miembros para poner fin a esta indecente práctica.

A pesar de los inconvenientes que existen para la medición de estos sectores, resulta alentador que haya surgido en Eurostat la iniciativa de su estudio. Visto con perspectiva histórica, se aprecia que otros sectores económicos que hoy día son conocidos con bastante precisión tuvieron grandes problemas en su fase inicial. Incluso hoy día subsisten problemas para medir determinadas ramas como la construcción o los servicios personales, donde se concentra buena parte del empleo sumergido.

Pero lo ilusionante de esta iniciativa, por más que de momento parezca imposible, es llevar la ambición a intentar conocer, además del consumo de los bienes y servicios ilegales, la producción y la envergadura y dirección de las transacciones internacionales. Este será el único modo de poder acabar con los blanqueos de dinero y con las prácticas lucrativas de algunos países como Marruecos en el caso de la resina de cannabis o como Bélgica y Holanda, cuyas delegaciones reconocieron, en la reunión de la UE donde se debatía este tema, ser los mayores productores de éxtasis del mundo pero mostraron su disposición solidaria a investigar estas actividades.

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