El control de fusiones no se puede basar en adivinanzas
La decisión original de la Comisión Europea del día 3 de julio de 2001 de bloquear la adquisición de Honeywell por parte de General Electric (GE) conmovió a EE UU. La idea de que una institución de competencia extranjera se atreviera a matar de facto un acuerdo plenamente americano tan grande que ya había logrado la aprobación de Washington sentó como un tiro a muchos americanos. Puede que de revés, Bruselas haya hecho un favor a GE con su decisión al frustrar un acuerdo que podría haberle sido perjudicial.
La semana pasada el Tribunal de Primera Instancia Europeo sostuvo el razonamiento básico para bloquear la operación de la Comisión, pero encontró serios errores en las ideas más exóticas de algunas autoridades de competencia de la UE (...).
La clave del problema es que buena parte del control previo de fusiones es un cálculo educado sobre un comportamiento futuro. Y salvo que esté educado por estudios económicos detallados o el descubrimiento de algún documento empresarial comprometedor sobre intenciones de abuso, todo queda en una mera adivinanza. En tales circunstancias puede que tenga sentido recurrir más a penalizar los comportamientos abusivos a posteriori en lugar de hacerlo antes de que se produzcan.