Los errores en las Bolsas se pagan muy caros
Todos cometemos errores. Pero las consecuencias son bien dispares dependiendo de donde provengan. En el caso de los mercados, los fallos resultan muy costosos para quienes lo cometen y muy dañinos para los que lo reciben. Incluso hay veces que pueden provocar el relevo de un cargo. Tal es la situación que vive el mercado de Tokio. Su presidente, Takuo Tsurushima, sopesa la posibilidad de presentar su dimisión después de que una orden cometida el pasado jueves sacudiera la Bolsa (-1,95%). 'Estudiaré cómo responder a mi responsabilidad, que incluye mi resignación', dijo en rueda de prensa la noche del domingo.
La Bolsa de Tokio ha reconocido que Fujitsu, la empresa responsable del sistema informático del parqué, fue incapaz de anular el error de Mizuho Securities sobre J-Com, compañía de servicios auxiliares de telecomunicaciones que se estrenaba en Bolsa, cuando la firma se percató de la confusión. El intermediario introdujo una orden de venta de 610.000 acciones de J-Com de un valor cada una de un yen. En realidad, lo que el banco quería hacer es comprar un título de 610.000 yenes.
La operación, aparte de millonaria, 2.400 millones de euros, era absurda. La venta superaba en más de 40 veces el capital total de J-Com (15.000 acciones), y en la OPV, vendió 2.800 acciones. Mizuho Securities calcula que puede suponerle un coste de 280 millones de euros. La Bolsa ha dicho que correrá con parte de las pérdidas. Mientras, la cotización de J-Com sigue suspendida.
Entre los perjudicados también están las firmas de intermediación. Existe una alta preocupación en el sentido de que los fallos del sistema informático de la Bolsa puedan provocar un descenso del volumen negociado, que se encuentra en niveles históricos y que han llevado al Nikkei a máximos de cinco años. A primeros de noviembre el mercado estuvo interrumpido durante más de cinco horas también por un fallo informático de Fujitsu. Pero la inquietud está latente en cualquier Bolsa del mundo. A la posibilidad de que se produzca un error de bulto es a lo que se enfrentan los inversores cada día. De hecho, en la historia se han conocido casos con mayor lastre para los mercados, porque, al fin y al cabo, lo de Mizuho tuvo sólo consecuencias locales.
En la mente de los bolsistas planea todavía la jornada negra a la que se vieron abocados los mercados europeos por el error de un operador de Morgan Stanley en noviembre de 2001. El desafortunado, que perdió inmediatamente su puesto de trabajo, vendió 5.100 contratos de futuros sobre el índice Dax, cuando en realidad tenía que colocar 100.
La operación provocó fuertes pérdidas en las Bolsas, aunque se moderaron al cierre después de que Eurex, el mercado de derivados alemán, pudiera anular parte de los contratos que se hicieron a precios disparatados.
En casos como estos, no sólo pierden compañías, bolsas o intermediarios. Hace unos días se conoció que un gestor de la Comisión Nacional para la Reforma y el Desarrollo de China tomó posiciones cortas que superaban en 60.000 toneladas el volumen de reservas de cobre publicadas a escala mundial, convencido de que el precio bajaría. Lejos de abaratarse, el metal ha subido más de un 35% este año. Su confusión puede costarle a China unos 300 millones de dólares, aparte de que ha disparado la materia prima.
El mercado español se blinda con los rangos
La Bolsa española reconoce que ha vivido situaciones de tensión derivadas de los errores de algún operador de Bolsa. Sin embargo, desde el 14 de mayo de 2001, justo cuando se introdujo los rangos estáticos y dinámicos por los que se mueven las cotizaciones de las compañías, no se ha producido ningún caso. 'Si ahora ocurriera saltaría a una subasta y en ella el broker se daría cuenta de la confusión; sólo perdería lo que negoció hasta la subasta', dicen desde la Bolsa. Su sistema es muy parecido al que tienen los mercados de Reino Unido, Alemania y Francia.