Una novela para entender el teatro de Harold Pinter
Harold Pinter escribió Los enanos con poco más de 20 años, antes de empezar a hacer teatro. En 1960, extrajo algunos elementos de la novela y los volcó en una obra de teatro del mismo título; tiempo después, en 1989, el autor suprimió cinco capítulos y condensó varios pasajes. Destino edita ahora esta versión de la única novela del Nobel de Literatura.
Los enanos es más que el experimento de un escritor juvenil. En ella, Pinter avanza ya los elementos esenciales de su teatro. De entrada, es una novela muy dialogada. Sus personajes, tres hombres y una mujer de los que el dramaturgo apenas da pistas, se enredan en charlas que a veces parecen triviales y otras, reflexivas sobre temas culturales o filosóficos.
Pinter 'experimenta al límite todas las posibilidades del diálogo', observó el pasado viernes el dramaturgo José Sanchís Sinisterra en la presentación de la novela.
El cuerpo de Los enanos son sus largas conversaciones discursivas, insiste Sanchís Sinisterra, que el autor pone al servicio de los temas que le obsesionan y que recorrerán su obra posterior: las relaciones entre los individuos, la sensación de inseguridad, la ambigüedad y el misterio, los sobrentendidos en los diálogos, los silencios. 'Utiliza la palabra para crear mundos', precisa el dramaturgo español.
Siempre dentro de un estilo caracterizado por la desnudez, tanto en el lenguaje como en las descripciones y entornos.