La protección del agricultor francés
La próxima semana, la Organización Mundial del Comercio (OMC) celebrará su gran encuentro en Hong Kong para debatir un acuerdo que se suponía debía liberalizar el comercio de productos agrícolas y bienes manufacturados en el mundo (...).
No es una sorpresa que a lo largo de los últimos 50 años el sistema de comercio mundial haya hecho mucho más en favor de las naciones industrializadas que en ayudar a los países más pobres. Este pacto de comercio tuvo su origen en Doha (Qatar), en 2001, cuando los ricos se recuperaban del 11 de septiembre y hablaban de sumar a la escalera de la prosperidad a más gente en el mundo.
Dada la grandeza de aquel plan es patético ver cómo este acuerdo ha quedado estancado por la intransigencia de la Unión Europea, que se ha permitido a sí misma convertirse en rehén de la negativa de Francia a dejar de mantener a sus agricultores a costa del Estado (...).
Al ritmo que van las cosas, el encuentro de Hong Kong será un chasco (...). Apoyar a los países pobres no consiste sólo en ayuda al desarrollo. También significa acabar con los precios de baratillo que distorsionan el mercado (...). Ya es hora de hacer que las reglas de comercio también sirvan a los pobres del mundo.