Claves desde la Central de Balances
El último informe de la Central de Balances del Banco de España (CBBE) aporta información sobre los estados financieros agregados de la empresa no financiera española para el periodo comprendido entre 1982 y 2004, ambos inclusive. El margen sobre ventas alcanzó en 2004 la cifra más alta de la serie, con un 6,9%, mientras que la media quedó en un modesto 2,8% al que contribuyeron cinco años sin beneficios.
La presentación de la cuenta de explotación en forma de estructura desvela que buena parte de la mejora en resultados se asocia a la reducción del coste del crédito, aunque también al mantenimiento de descuentos por pronto pago más propios de situaciones en las que el tipo de interés era más elevado. Así, si la media de carga financiera neta (gastos financieros menos ingresos financieros, incluyendo en éstos los descuentos por pronto pago) fue del 3,1% de las ventas, en 2003 fue cero y en 2004, -0,5%. Estas cifras acreditan la relevancia de la estabilidad monetaria para conseguir mejorar los recursos generados, financiar la inversión y facilitar la creación de empleo.
El otro gran factor que contribuye a la mejora es el aumento de la eficiencia por persona ocupada, al menos en cuanto a ventas por persona ocupada. La base de datos tiene una cobertura en torno al 30% del valor añadido bruto a coste de los factores de las empresas no financieras, hecho que, junto al rigor del tratamiento hecho por los servicios del Banco de España, avala su respetabilidad. No obstante, se puede suponer que por su carácter voluntario hay un sesgo a favor de las mejores empresas, que dedican tiempo de trabajo valioso a cumplimentar los datos requeridos. Según la base de datos, el peso de los costes salariales en el último ejercicio recogido quedó en 2,8 puntos porcentuales por debajo de la media, incidiendo positivamente en el margen.
El peso de los costes salariales en 2004 quedó en 2,8 puntos porcentuales por debajo de la media, favoreciendo el margen
Amortizaciones y provisiones también bajan en proporción a las ventas. En el primer caso, porque están determinadas por el valor de los activos y, con crecimiento, se diluyen en más ventas o, en otras palabras, el coste fijo unitario se reduce. La morosidad desciende en épocas de expansión reduciendo las provisiones por ese concepto. Deficiencias contables -como la no deducibilidad fiscal de las provisiones para cubrir los gastos de ajuste de plantilla- hacen que esta partida sea baja.
Las compras de consumos intermedios van en sentido contrario. En los últimos cinco años representan una proporción sobre ingresos que excede a la media. Las empresas con buena dirección de compras tienen grandes ventajas en este aspecto porque algo más de dos tercios de los ingresos se destinan a esta finalidad. Una actuación capaz de rebajar los costes de suministros y aprovisionamientos en un 10% permitiría, siendo igual todo lo demás, duplicar el margen sobre ventas. Las grandes diferencias en este aspecto explican, en el plano microeconómico, buena parte de la decisión de cambio de proveedores que lleva a transformar empresas productoras en comercializadoras o a deslocalizar la producción y, en el ámbito macroeconómico, el aumento en el déficit comercial.
Los datos más recientes de la misma fuente, la Central de Balances Trimestral (CBT), indican que la mejora de márgenes ha seguido ampliándose a lo largo de 2005, con lo que ha proseguido la creación de empleo. La representatividad de la CBT es menor que la de la CBBE, pues recoge en torno a un 10% del número de empresas de la CBBE, si bien son las de mayor dimensión. Esto apunta a una continuidad beneficiosa para los ingresos de la Hacienda pública. En 2004, la proporción de ingresos que se pagó en concepto de impuesto sobre beneficios fue del 2,1% de los ingresos totales y un 30,4% de los beneficios. Esta cifra es la más alta de la serie igualada con la de 1988 y está un 33,33% por encima de la media. Situación óptima para afrontar una herencia que deja a las empresas españolas con menor cobertura de contingencias que las de otros países de la UE.
Cuando la adaptabilidad de las empresas es una exigencia reiterada conviene arbitrar mecanismos que suavicen los ajustes de plantilla y que, al tiempo, respondan a los principios de prudencia y veracidad en el pasivo empresarial. La provisión acotada de los gastos asociados a la rescisión de contratos laborales mejora el rating de las empresas, reduce las provisiones por créditos, da más solvencia a la cartera de préstamos de las entidades financieras y, lo más importante, si se hace voluntaria y con el adecuado trato fiscal, reduce los actuales desincentivos a convertir el empleo temporal en fijo. Esta ausencia agrava los efectos de las fases recesivas del ciclo e impide aprovechar debidamente la fase de expansión. Será difícil encontrar mejor momento para una decisión necesaria.