Revolución electrónica en Wall Street
La fusión con Archipelago supone un cambio de modelo
La Bolsa de Nueva York cierra un capítulo de su historia para embarcarse en una estrategia de futuro difícil de presagiar cuando esta institución abrió sus puertas hace 213 años.
Los miembros del, NYSE, que es como se conoce en sus siglas en inglés al parqué neoyorquino, votaban ayer tras la jornada de mercado (y después del cierre de esta edición) aprobar la compra del mercado electrónico Archipelago por 6.600 millones de dólares. Los accionistas de la plataforma electrónica aprobaron ser adquiridos el martes por la mañana y se preveía que los 1.366 miembros de esta institución de Wall Street emitieran un voto similar y se lograran los necesarios dos tercios de adhesiones a la propuesta de compra.
La fusión convierte a esta institución sin ánimo de lucro en una corporación cotizada (NYX será su código) orientada a conseguir beneficios. Además, el nuevo NYSE ampliará la capacidad que tiene para operar electrónicamente y permitirá que se pueda intermediar en acciones cotizadas no sólo en este mercado, sino también en el Nasdaq, a través de los sistemas totalmente electrónicos de Archipelago. Con esta nueva estructura además amplía su mercado de productos añadiendo bonos o derivados.
La nueva empresa estará presidida por el actual responsable del NYSE, John Thain, y será copresidida por el consejero delegado de Archipelago Jerry Putnam y por Catherine Kinney, de la Bolsa neoyorquina.
Para los inversores estos cambios pueden traducirse en transacciones más rápidas y posiblemente unas comisiones más bajas, aunque hay más expectativas que cifras sobre cómo va a funcionar realmente esta nueva Bolsa.
Se espera que los dos mercados, el NYSE y Archipelago, se mantengan separados y que los especialistas -los que sobre el parqué ejecutan las transacciones y operan por cuenta propia- sigan siendo protagonistas y reduzcan la alta volatilidad que se asocia con el mercado electrónico.
De hecho, quienes creían que la computadora acabaría con los gritos y el movimiento humano en Wall Street ya no apuestan por este escenario. Ayer Michael LaBranche, de la firma de especialistas LaBranche, aseguraba que la fusión va a ser positiva porque es un paso hacia un futuro cuya necesidad no se puede ignorar.
Aunque se espera que haya menos especialistas e intermediarios, Robert Fagenson, vicepresidente de Van de Moolen -otra firma de especialistas-, aseguraba ayer a una cadena de televisión que todos los cambios darían lugar a un aumento de la contratación. El negocio se ampliará y todos participarán de ello. Al menos así lo esperan.
Además, los asientos de los miembros del mercado se han revalorizado a medida que los problemas legales que dificultaban esta operación se superaban. Ayer el precio estaba en cuatro millones de dólares, cuando en enero no llegaba al millón.
El NYSE ha tenido que vencer resistencias. Muchos de sus propios miembros que veían la compra muy cara, y la capacidad autorregulatoria de un mercado con ánimo de lucro está en entredicho por las autoridades federales, la SEC y un buen número de inversores. No obstante, la mayoría considera que pese a las interrogantes sobre el encaje de las piezas y la reacción de los inversores, ésta es una buena salida para dar carpetazo al pasado y mirar a un futuro de dura competencia.