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A fondo

El tortuoso camino para revitalizar Morgan Stanley

El 1 de julio John Mack fue recibido en las oficinas de Morgan Stanley en Nueva York con una ovación y los empleados puestos en pie. Mack volvía a la dirección de una firma que había dejado años antes con el plan de estabilizarla tras una crisis interna provocada por los choques entre la cultura de gestión de su predecesor, Phil Purcell, y buena parte del personal de la entidad. Muchos directivos muy valiosos habían dejado el banco antes de que se forzara la salida de Purcell y la moral estaba por los suelos. Ahora, seis meses más tarde, afronta la fase crítica de este plan.

Por un lado, Mack tiene que devolver el lustre a unos resultados que no han seguido la estela de otros bancos en Wall Street y, además, ejecutar una estrategia que unifique la entidad adquiriendo algunos negocios y vendiendo otros.

Este directivo de 60 años, que después de salir de Morgan Stanley aterrizó en Credit Suisse First Boston, ha señalado que quiere 'ser flexible y explorar otras oportunidades'. æpermil;stas pasan por adquirir una gestora de hedge funds y conseguir duplicar el beneficio en los próximos cinco años.

En las últimas semanas ha trascendido que Mack quiere comprar FrontPoint Partners, una gestora con activos de más de 5.000 millones de dólares dirigida por un ex director financiero del propio banco, Philip Duff. Aunque el pacto de compra no ha sido cerrado porque no hay acuerdo sobre el precio, de zanjarse permitiría a Mack entrar en uno de los negocios de mayor crecimiento de Wall Street y rescatar a un ejecutivo muy valorado.

Algo muy importante, ya que la segunda de las tareas que tiene Mack, y quizá la más difícil, es atraer profesionales cotizados y al mismo tiempo mantener los suyos. Es complicado porque éste es un momento dulce en Wall Street y los bancos andan fichando en las oficinas de sus competidores como no lo habían hecho en años.

De momento, y como primer revés, Mack no ha podido deshacer parte del daño causado por la crisis y algunos de los mejores cerebros que dejaron la firma no han vuelto. De hecho, ha sido el Morgan Stanley presidido por Mack quien se ha encargado de terminar de pactar el finiquito con banqueros como Stephan Newhouse, Vikram Pandit y John Havens. La ironía es que en parte fue la salida de éstos la que desató la catarsis en Morgan y precipitó la salida de Purcell y la vuelta triunfal de Mack.

Respecto a la plantilla, y para cumplir el objetivo fijado de aumentar la rentabilidad y mejorar el precio de las acciones, el pasado agosto Mack anunció el recorte de 1.000 puestos en el segmento de intermediación. También se ha gestionado el despido de 24 banqueros de inversión en todo el mundo. En España, sin embargo, la entidad ha aumentado su plantilla.

Estos recortes se produjeron el mes pasado, apenas días después de que Merrill Lynch rebajara la calificación de su rival por, entre otras cosas, la lentitud en la ejecución de la estrategia.

Pero la apuesta más crítica para conservar la plantilla y evitar que se vayan a otros bancos mientras las aguas siguen revueltas ha sido la introducción este año de unos contratos con los que disuadir a los banqueros estrellas de saltar a otra firma. Estos contratos debían de ser firmados antes del 30 de noviembre.

Aunque el éxodo de empleados ha cesado, la competencia es muy fuerte (sus acciones, que forman parte de la retribución cotizan mejor que las del propio Morgan). Por esta razón, estos nuevos contratos introducen la denominada claúsula del gardening leave (en el jardín de su casa), que obliga a que si una empleado es contratado por una entidad competidora tenga que estar un largo periodo sin trabajar. Si no firman este contrato, los empleados pierden la parte en acciones de su bonus anual, que puede representar la mitad del sueldo.

Antes, esta cláusula era de 30 días, porque se pensaba que nadie querría irse de la entidad, pero ahora se ha elevado por encima de los estándares de los competidores, entre tres y seis meses. Coincidiendo con el límite de la firma de estos contratos se sabe de al menos dos personas que han dejado a Mack. Uno es Dhiren Shah, jefe de banca especializada en tecnología que se une a Greenhill, un banco de inversión fundado por un ex de Morgan, y el otro es Sir David Walker, uno de los más senior del banco en Londres.

Fuentes del banco aseguran que la mayoría ha aceptado este contrato, aunque se espera que en los próximos días se concrete cuántos vuelven a refrendar a Mack, esta vez sin aplausos, pero con su firma.

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