Récord mundial en Christie's para 'Los Caprichos' de Goya
La patronal de los videojuegos (Adese) está volcada en borrar la imagen -muchas veces negativa- de que sus productos no son en algunos casos adecuados a niños y jóvenes. Por eso, inciden en el código de autorregulación PEGI que compromete a las fabricantes a clasificar los videojuegos tanto por edades como por contenidos. Así, diferencian entre +3 años (que no implica que sea para niños de esa edad, sino para cualquier edad), +7, +12, +16 y +18 años. Pero como resalta el presidente de la patronal, Alberto González Lorca, no hay que olvidar que las consolas disponen de la función control parental que permite a los padres impedir, mediante un código, que las máquinas acepten juegos que sobrepasen la edad prefijada.
Además, el PEGI orienta con símbolos compresibles si tienen contenidos violentos, de sexo o desnudez, lenguaje soez, drogas, miedo o discriminación. Eso sí, siempre proporcional a la edad recomendada.
El alcoholismo, la avaricia, la coquetería, la pereza, la brujería, la mala educación. Francisco de Goya y Lucientes planteó en Los Caprichos un novedoso e imaginativo universo de imágenes. Desde el punto de vista conceptual revelan un sistema de valores en crisis; estéticamente, anticipan la sensibilidad moderna y el desplazamiento hacia un arte dominado por la libertad creativa.
Una de estas primeras ediciones de Los Caprichos, en los que Goya satirizó los vicios humanos, fue subastada el pasado martes por Christie's en su sala parisina por 236.000 euros, convirtiéndose en la serie de Goya más cara vendida en subasta. La estimación inicial se situaba entre los 60.000 y los 80.000 euros. El primer propietario documentado de la serie subastada fue Horatio Curtis. A su muerte, donó los grabados al Museo de Bellas Artes de Boston, donde permaneció hasta 1974, fecha en que fue adquirida por su propietario actual.
La serie apareció en 1799, una de las décadas más decisivas en la trayectoria del pintor, que para entonces ya se había quedado sordo. Son 80 estampas grabadas al aguatinta e impresas sobre papel vergé. El artista de Fuendetodos llegó a involucrase en su comercialización. El Diario de Madrid anunciaba en su primera página la venta de la colección en una perfumería de la calle Desengaño, donde Goya vivía en ese momento.
En total, se pusieron a la venta unos 300 ejemplares de los que sólo se vendieron 27 en los cuatro años siguientes, de modo que Goya regaló las planchas junto con los ejemplares sobrantes al rey Carlos IV a cambio de una pensión para su hijo Javier, quizá impulsado por miedo a la Inquisición, según la información de la Biblioteca Nacional.
Las primeras 36 estampas se refieren al amor y la prostitución. De la 37 a la 42 son caprichos sobre asnos. A partir de la 43, abundan brujas, duendes, frailes y diablos.
La serie de Los Caprichos fue el remate más elevado de la subasta de libros antiguos, de artistas y manuscritos, en la que Christie's adjudicó 272 de los 332 lotes ofrecidos y recaudó 1.996.724 euros. Goya acaparó el protagonismo con sus series Los Proverbios (96.000 euros), Los Desastres de la guerra (90.000 euros), y La Tauromaquia (54.000 euros), que acabaron entre los diez remates más elevados de la subasta.