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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

El dilema de China

El Congreso estadounidense obliga a que el departamento del Tesoro informe cada seis meses del estado del sistema internacional de cambios e identifique a los gobiernos que manipulan su moneda para obtener ventajas comerciales. Sectores políticos y empresariales están presionando para que se califique al gobierno chino de manipulador, lo que obligaría a la Casa Blanca a tener negociaciones bilaterales con un país cuyo crecimiento e influencia se observan con nerviosismo.

En el fondo, el Gobierno está de acuerdo con quienes le presionan, pero discrepa en las formas. La Administración cree que la tímida flexibilización que China operó en julio con el yuan es un paso demasiado pequeño que no ha tenido consecuencias tangibles en su déficit comercial. Pero no quiere embarcarse en un conflicto diplomático y, de momento, opta por dejar pasar el tiempo.

De hecho, el Tesoro no ha publicado aún el informe semestral que hace semanas que tendría que haber estado listo. Los rumores apuntan a que, a pesar de la presión interna, tampoco esta vez el departamento de John Snow va a emitir un juicio negativo sobre China. El propio jefe del Tesoro ha afirmado recientemente a Bloomberg TV que 'hay que dar la oportunidad a China' de mostrar que dejarán flotar el yuan como han prometido.

La estrategia de la Administración americana, según indicaba The Wall Street Journal, es que sea la comunidad internacional, y no solo EE UU, la que fuerce a China a tomar estos pasos en favor de la flexibilidad de cambio. En este sentido, Washington quiere que el FMI juegue un mayor papel en esta empresa.

Es algo que se está intentando desde hace tiempo. El pasado mes de septiembre, en unas declaraciones públicas inusualmente duras, el subsecretario del Tesoro para asuntos internacionales, Tim Adams, dijo que el Fondo Monetario se estaba 'durmiendo al volante' en lo que se refería a la posición que debía mantener con China. Lo que los medios estadounidenses señalan es que a la Administración estadounidense le gustaría que el FMI llamara a China a 'consultas especiales', un procedimiento muy contencioso que se ha utilizado en dos ocasiones.

Pero el FMI no está por esta delicada labor, que complicaría sus relaciones con Asia. Hace unos días, este organismo internacional emitió un informe en el que se reiteraba a Pekín la necesidad de avanzar en la flexibilidad de cambios. Pero su director gerente, Rodrigo Rato, dice que los analistas le aseguran que la intención de las autoridades chinas es la estabilización de la economía y que no hay evidencias de que este país esté violando las reglas del FMI o quiera una posición de ventaja.

Para responder a Adams, Rato dice que el organismo que dirige ha estado siempre en la avanzadilla a la hora de hablar con Pekín sobre este tema y ha hecho notar no sólo que oficialmente el Fondo y el Tesoro tienen la misma postura, sino que además su poder es tan limitado como el que tiene para forzar a EE UU a que reduzca sus déficit.

La 'diplomacia tranquila' por la que abogan Rato y Snow, en su disonante departamento, puede rendir frutos pronto a juzgar por las últimas operaciones del Banco de China, que apuntan a una mayor flexibilización. Algo que a Rato le puede facilitar mucho la tarea al evitar confrontaciones políticas con Washington y Pekín.

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