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Tribuna
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¿Sorpresa positiva en Alemania?

El veredicto sobre las conversaciones de la coalición en Alemania fue rápido. Aún antes de que los participantes en la coalición tuvieran oportunidad de concretar el acuerdo, los críticos locales y en el exterior ya habían convenido en que el malestar de Alemania va a continuar indefinidamente.

Está claro que los críticos tienen varios puntos por anotarse a su favor. Por ejemplo, el aumento de tres puntos porcentuales en el IVA es lo opuesto a lo que se necesita para estimular el crecimiento en un país que ya tiene una alta proporción entre impuestos y PIB y que sufre de una demanda doméstica deprimida. Y el impuesto especial para individuos con altos ingresos aparenta tener las raíces en una política económica socialista que Alemania parecía haber desterrado para siempre.

También se cuentan aquellos que argumentan que a todos los políticos de izquierda o de derecha lo único que les interesa es posicionarse para las elecciones que se celebrarán dentro de unos 18 meses.

El funesto parecer sobre los acontecimientos actuales bien podría convertirse en realidad. Pero también hay una buena posibilidad de que los pesimistas estén, fundamentalmente, malinterpretando las retorcidas formas en que el proceso de reforma alemán tiende a concretarse.

Fáciles de pasar por alto en medio de los titulares negativos, las conversaciones de la coalición han producido algunos resultados reales que, en última instancia, pueden más que compensar los aumentos de impuestos planeados y otras tonterías.

Para empezar, a partir del 2012, los alemanes tendrán que esperar más para jubilarse con beneficios completos. Un aumento por etapas aumentará la edad de retiro de 65 a 67 años, aliviando hasta cierto punto la presión que tiene el sistema público de jubilación. Este cambio no es revolucionario, pero es un paso en la dirección correcta -a diferencia de lo que sucede en Francia, Bélgica o Italia- y no se espera que se tope con huelgas o protestas de gran magnitud.

Del mismo modo, el mercado laboral de Alemania se hará más flexible según las reformas planeadas, aunque en este momento sólo se han dado pasitos tentativos. Sin embargo, las medidas incentivan la contratación de trabajadores nuevos cuando las empresas se amplían. De nuevo, no es un cambio radical, pero viene sobre reformas anteriores que han disminuido marcadamente los beneficios de desempleo en Alemania.

Pocas personas han caído en la cuenta de que los beneficios de desempleo de Alemania están ahora más a tono con los de Estados Unidos que con los de algunos de sus pares europeos. En Francia, algunos desempleados pueden recibir el 57,4% de su salario bruto, hasta un máximo de 6.000 euros por mes, hasta 23 meses. Como contraste, la misma persona en Alemania puede recibir el 60% de sus salarios netos, hasta un pago máximo de solo 1.711 euros por mes, y nada más por 12 meses. Esto hay que anotarlo como otro paso necesario, aunque doloroso, en la dirección correcta.

Otro resultado promisorio de las conversaciones de la coalición es el nuevo alineamiento de las relaciones entre el Gobierno federal y los Estados (länder). Los Estados serán investidos con mayores poderes para establecer políticas, por ejemplo en educación, mientras que el Gobierno nacional tendrá que consultar a los Estados sobre menos asuntos de nivel federal. En suma, esta sensible reforma conducirá a una toma de decisiones más ágil y más rápida en ambos niveles de gobierno.

Hasta los muy ridiculizados aumentos de impuestos de Berlín puede que no resulten tan dañinos como muchos observadores temían. El impuesto sobre la renta adicional que tendrán que pagar las personas de altos ingresos (que exceden 500.000 euros por año para personas casadas) pueden, cuando más, rendir ¦euro;1.500 millones. Es más simbólico que sustantivo, una concesión al ala izquierda del SPD para hacer otras medidas reformadoras más aceptables.

Y si bien el aumento del IVA es molesto, puede que también presente una oportunidad única para disminuir los altos costes laborales no salariales, como la canciller designada Angela Merkel había anunciado durante su campaña. Eso, a la vez, incentivaría la competitividad y el empleo.

¿Cómo funcionaría esto? Al menos una parte del aumento del IVA se empleará para disminuir los costos laborales no salariales. La consolidación del Presupuesto se promueve aún más con reducciones sustanciales en los subsidios y en las lagunas jurídicas para la evasión de impuestos, que van desde el apoyo financiero estatal para comprar casa hasta esquemas de cancelación de impuestos que generan pérdidas.

De seguro, se necesita hacer mucho más. Pero hay motivos para tener esperanza. Después de todo, los dos principales negociadores -el Ministro de Hacienda designado, Peer Steinbrück, (por el SPD) y el Gobernador de Hesse, Roland Koch (por la CDU)- tienen un récord que se remonta a varios años. En particular, ambos habían desarrollado en conjunto con anterioridad un plan detallado y verdaderamente efectivo para reducir subsidios de manera más significativa de lo logrado hasta ahora.

Solamente se puede asumir que se producirán más reducciones como resultado de uno de estos dos panoramas: bien continuarán las presiones financieras sobre el Presupuesto federal; o la economía alemana no consigue mucho en crecimiento y los dos partidos de la coalición deciden que, como parte de su esfuerzo mutuo por modernizar a Alemania, continuarán los recortes en áreas donde los subsidios gubernamentales entran en conflicto con la agenda de modernización.

De esta coyuntura, el punto importante en general es que los legisladores alemanes -y el electorado como un todo- actúan sobre la necesidad de cambio, aunque sea con muchos desvíos y retrocesos.

En ese sentido, el camino de Alemania, lento pero seguro -y uno se inclina a agregar: irreversible-, hacia una reforma real también representa buenas noticias para Europa como un todo. Si Alemania puede moverse en pos de una reforma significativa, entonces hay esperanza de que otras reacias naciones europeas puedan eventualmente hacer lo propio.

Sin embargo, nada de esto se debe interpretar con el significado de que el horizonte para Alemania es necesariamente de color rosa. La gran coalición puede todavía implosionar, dentro de unos meses o un año, conforme avanza laboriosamente por el sendero de la reforma. Y nunca se debe subestimar que el poder de los intereses creados y la vanidad de los políticos como individuos se pongan por encima del bien nacional.

Pero la gran coalición, pese a sus arrancadas en falso, merece que le den una oportunidad. Al menos, ambos partidos tienen una sólida mayoría en ambas cámaras del Parlamento, que les da la oportunidad -que no habían tenido en muchos años- de poner en marcha y sostener un cambio real. Eso debe concentrar la atención de las mentes de todos.

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