Pensiones rotas
Una de las cosas que aún no ha hecho George Bush es vetar una ley que le haya presentado el Congreso para su aprobación. Ha amagado, pero la mayoría republicana ha conseguido, hasta ahora, pulir los textos lo suficiente como para anular la resistencia. Ahora vuelve a amenazar con un veto y su mayoría no está tan dispuesta a complacerle.
Esta vez, lo que disgusta en la Casa Blanca es un proyecto de ley que ha pasado el Senado para tratar de resolver los problemas del sistema de pensiones de las empresas. Según esta propuesta las compañías están obligadas a cerrar en siete años los déficit de sus fondos de pensiones, con la excepción de las aerolíneas a las que conceden hasta 20. Además se obliga al sector privado, entre otras cosas, a elevar las contribuciones al Fondo Federal de Garantía de Pensiones y se prevén refuerzos en caso de suspensiones de pagos.
Con todo, la Casa Blanca cree que no se va lo suficientemente lejos ni se cierran los agujeros de un sistema que muestra muchas debilidades.
Por un lado hay una infradotación de 450.000 millones en los fondos de pensiones de las empresas que aún las ofrecen. Y por otro, el Fondo de Garantía acaba de hacer público que registra unos números rojos de 23.100 millones de dólares. El año anterior este déficit fue de 23.500 millones cuando en los ejercicios anteriores fluctuaba entre 7.600 y 12.000. La Oficina Presupuestaria del Congreso cree que si no hay cambios, el agujero llegará pronto a los 100.000 millones. Los analistas afirman que hará colapsar el sistema haciendo necesario un gravoso rescate estatal.
El cuadro de las pensiones se completa con un paisaje poco prometedor. Según el Departamento de Trabajo, 29.651 compañías las ofrecen a sus trabajadores, es decir un 20% del sector privado. En los años ochenta el 40% de los trabajos las incluían pero como es un factor que resta competitividad, el porcentaje se reduce progresivamente. En su lugar, muchas empresas empezaron a ofrecer ayudas para un plan de ahorro, conocido popularmente como 401(k), que, en principio, complementaba las pensiones pero que hoy es la cesta de la que muchos esperan el respaldo para sus años de retiro.
Y no es esperanzador. El 401(k), a diferencia de las pensiones, no asegura más que una deducción fiscal. No ingresos. Funciona cuando la Bolsa va bien. Estaba pensado como complemento a un fino colchón público (12.000 dólares al año como máximo que ofrece el sistema público, también pendiente de reforma) y las pensiones de sus empresas ya que no todo el mundo tiene la capacidad de invertir en hedge funds y lograr altos rendimientos.
Ahora las pensiones privadas son un lujo. El sistema necesita una seria revisión y sería negativo que las divisiones en el Congreso y la crisis de liderazgo del país anularan el debate.