Ardor marcial en Francia
La defensa de la ley de la República es la principal misión del Gobierno. Frente a una situación que suscita una exasperación legítima entre los habitantes de los barrios periféricos entregados a las cargas de algunos grupos de jóvenes (...), se impone una constante: las autoridades, los vecinos, los bomberos y las fuerzas de policía dan muestra de una calma ejemplar.
Frente a esta habilidad colectiva (...) el primer ministro parece perder su sangre fría. Restaura una legislación de excepción (...). Una ley concebida en tiempos de 'los acontecimientos de Argelia', en uno de los peores momentos de nuestra vida pública. Una elección que demuestra que Dominique de Villepin no tiene aún los nervios de un hombre de Estado.
No hay reivindicaciones, aún menos un discurso construido (...). El binomio firmeza-justicia anunciado por Nicolas Sarkozy (...) es para tranquilizar al país.
Pero exhumar una ley de 1955 es enviar a los jóvenes de los extrarradios un mensaje de una apabullante brutalidad: con 50 años de distancia, Francia piensa tratarlos como a sus abuelos. El primer ministro debería acordarse de que este engranaje de incomprensión, de ardor marcial y de impotencia condujo entonces a la República a los peores sinsabores.