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Para invertir

Los gurús del capital riesgo apuestan por España

La existencia de empresas familiares atrae a estos fondos, en pleno proceso de reconversión mundial y de búsqueda de otros mercados Para invertir

El capital riesgo está en plena reconversión y las nuevas tendencias internacionales benefician a España. Estos fondos buscan nuevos mercados y sectores más estables y han descubierto el potencial de las empresas familiares que operan en negocios tradicionales, una apuesta que explica el desembarco del capital riesgo en el mercado español. Es la tesis que sostienen expertos como Raphael Amit, responsable del departamento de Emprendedores de la Wharton School, la escuela de negocios de la Universidad de Pensilvania.

Amit, que ha participado esta semana en el Foro Neotec celebrado en la sede de la EOI en Sevilla, justifica esta 'profunda transformación' en el descontento de los inversores que integran los fondos, que exigen mayor transparencia a las gestoras y nuevas políticas que compensen el riesgo de las empresas de alta tecnología. Se quejan de la pobre rentabilidad del capital riesgo, que es negativa en Europa (-0,4% el pasado año) y que en EE UU (4%) no supera la media de las plusvalías que se ganan en la bolsa. Según Amit, la crisis internacional del sector, con una mayoría de los fondos existentes creados al calor de la burbuja tecnológica, dejará en el mercado sólo a los grandes gestores y a las entidades más especializadas. El resto de empresas, asegura, van a desaparecer.

Según su visión, la gran baza de futuro del capital riesgo será la inversión en empresas familiares, un colectivo que por su parte tiene en estas entidades la mejor alternativa a la salida a bolsa en momento críticos como la expansión del negocio o el relevo generacional. Se trata de un sector emergente que será complementario a las inversiones en biotecnología y tecnología, dos segmentos que seguirán siendo preferentes para el capital riesgo.

Sin embargo, el profesor norteamericano detecta algunos obstáculos para que se consoliden las inversiones de los fondos en empresas familiares como las españolas. En este sentido, advirtió que el miedo de estas compañías a perder el control del negocio les obliga a descontar primas de hasta el 70% en la valoración de sus firmas si optan por mantener la mayoría del capital. La falta de liquidez y la escasa 'comerciabilidad' de las empresas, entendida ésta como la facilidad del fondo a la hora de vender su participación, son otras variables que determinarán el coste de la operación en contra de los intereses de las empresas familiares. Amit pronostica que las grandes operaciones que ha protagonizado en España el capital riesgo internacional se incrementarán. 'Por su positiva evolución económica y por la solvencia de sus empresas familiares España es hoy uno de los campos más fértiles para el capital riesgo', asegura.

En su opinión, se confirma que estos fondos están desplazando a los tradicionales inversores industriales o financieros.

El capital semilla, para el sector público

El profesor Amit no es partidario de que el sector público participe activamente como promotor de capital riesgo. Sin embargo, admite que pueden existir lagunas en este mercado que aconsejan la intervención de los gobiernos. Se refiere en concreto al capital semilla, aquel que ayuda a las empresas en la fase de arranque del proyecto. Admite que la oferta privada en este campo es prácticamente inexistente en Europa y muy escasa en EE UU, por lo que anima a las Administraciones a promover este tipo de fondos, aunque siempre dejando la gestión de estas entidades en manos de la iniciativa privada.En este sentido, valoró las positivas experiencias de países como EE UU, Australia o Israel, donde el sector público ha impulsado los fondos de capital semilla aportando como subvenciones el mismo nivel de inversiones promovida por las gestoras privadas. Los datos confirman que las operaciones del capital riesgo van en un 90% a empresas consolidadas y en etapas de expansión, mientras que las fases iniciales de los proyectos apenas se quedan con el 10% de las aportaciones. Y estas cifras se reducen cada año desde hace una década.

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