¿Por qué el comprador no ha sido Movistar?
La compra de O2 se cerró en doce días, pero 288 horas dan para mucho si en juego está la mayor operación empresarial de la historia española y un cambio radical en la fisonomía de la primera compañía nacional. La urgencia temporal no fue sinónimo de precipitación de fondo. Antes de poner el punto final al denominado anuncio de oferta vinculante, se ataron todos los cabos y se valoraron todas las posibilidades. Y una de las más estudiadas fue la participación de Telefónica Móviles en la operación.
Si al final la compradora es Telefónica no es porque no se hayan previsto otros escenarios. Y la ausencia de Telefónica Móviles del formato definitivo responde a un análisis que así lo ha aconsejado.
Lo primero que se estudió fue la posibilidad de que Telefónica Móviles fuera la compradora... y también fue lo primero que se descartó. La operadora celular todavía tiene que asumir la adquisición de las filiales de Bellsouth en Latinoamérica -su deuda casi se ha duplicado y roza los 9.500 millones- y, simplemente, ni su balance puede soportar una compra de 26.000 millones ni los bancos le hubieran dado la financiación en las condiciones que ha logrado Telefónica.
Telefónica ha estudiado la posibilidad de que Móviles liderara la operación
Una vez descartada la compra directa, queda la segunda fase: ¿Por qué no una fusión posterior entre ambas? Pero inmediatamente se plantea otra pregunta: ¿A qué precio?
Y es que una integración implica poner precio a los dos activos que se quiere juntar y eso supone un problema. Móviles cotiza por debajo de fundamentales por el escaso capital que tiene libre en Bolsa y por la existencia de Telefónica, mientras que O2 acabaría de ser comprada con una prima más que generosa después de que su condición de empresa en venta hubieran disparado ya el valor de forma considerable.
Cualquier transacción en estas condiciones diluiría y perjudicaría a los accionistas minoritarios de Móviles, ha sido la conclusión en Telefónica, así que también se ha descartado, por lo menos en el escenario más próximo.
Pero este descarte lleva a otra derivada. Si el problema para la fusión de Telefónica Móviles y O2 son los minoritarios, ¿por qué no se aprueba la tan especulada opa y se saca la compañía de Bolsa? Una vez que los particulares hayan despejado el camino, los problemas para valorar las dos compañías de cara a la integración quedan reducidos.
De Móviles cotiza el 7,09%, así que a los precios actuales una opa costaría unos 2.800 millones. Claro que si Telefónica decide pagar el mismo precio que cobró a los minoritarios en la OPV, la factura subiría.
También en este caso se abre un horizonte de desembolsos adicionales y problemas con los minoritarios. Y ambos condicionamientos los quiere evitar Telefónica a toda costa cuando está inmersa en una operación de 26.000 millones que ya le trae suficientes quebraderos de cabeza.
Una última consideración pasa por el futuro de O2, de sus gestores y de la marca. Otro análisis de la situación ha dado como resultado el convencimiento de que uno de los valores de la compañía británica es que el negocio no sufra con el cambio de propiedad, que los clientes no lo aprecien, que no haya ruptura... Para eso se necesita dar continuidad a los gestores y mantener la marca, entre otras cosas porque en Telefónica están convencidos de que los ejecutivos de O2 han hecho muy bien su trabajo y de que el nombre es un activo de relevancia. Puesto que no habrá a corto plazo bautizo británico de Movistar ni gestores de Móviles en O2, toda operación problemática puede esperar. Mientras tanto, se puede ir colocando personal en áreas más financieras, hasta conocer el negocio y sentirse seguro en él. El dibujo inmediato está enmarcado y sin fisuras; a medio plazo, nada está escrito.