Alan, Ben y la Fed
Qué mala suerte tener que sustituir a alguien al que el jefe, en el anuncio del relevo, califica de 'maestro' y 'leyenda'! Pero esta opinión la comparten todos los seguidores y afectados por las actividades de una institución, la Reserva Federal (Fed), cuyo cometido es el diseño e instrumentación de la política monetaria de Estados Unidos. Entre ellos figura el grupo económico más relevante e influyente en el planeta: los mercados financieros, que acogen con reservas las capacidades del sustituto en cuanto a conocimiento de éstos. Pese a ese relativo escepticismo, es tal el alivio entre los principales agentes financieros, que temían la elección de un amiguete para ocupar el puesto, que la acogida es unánimemente favorable.
Pese al reto que afronta Ben Bernanke en la sustitución de Alan Greenspan me parece, sin embargo, especialmente injusto que todo el debate se esté centrando en estas dos personas, sin considerar que sólo son la punta de lanza de una institución, la Fed. Independientemente de quién la encabece, la Fed tiene una capacidad de análisis de la realidad económica y financiera y un conjunto de responsables de tan dilatada experiencia que garantizan una alta eficacia en la conducción de la política monetaria y en el logro de sus objetivos. El principal problema del candidato es, por tanto, estar a la altura de la institución, de ahí la importancia de un perfil independiente. Esta preeminencia en la opinión pública de la institución sobre sus responsables es, probablemente, uno de los mayores logros de la constitución del Banco Central Europeo.
En el caso de Bernanke, al reto de estar a la altura de la Fed se suma la sustitución de Greenspan. En sus 18 años al frente de la autoridad monetaria, éste ha demostrado ser un inmejorable comunicador de su percepción sobre la realidad económica y de las decisiones de política monetaria. Esta capacidad se ha conjugado con un agudo sentido e intuición para la interpretación de datos económicos estadounidenses. Por otra parte, el discurso se ha orientado muy especialmente hacia los mercados financieros, en un intento de hacer plenamente comprensible el mensaje en el ámbito en el que pueden producirse las reacciones más influyentes sobre el resto del sistema económico. En el esquema conceptual de Greenspan, que es el de la Fed, en la transmisión de los impulsos de la política monetaria juega un papel importantísimo el conjunto del sector financiero, de manera que una correcta interpretación de las señales por parte de los mercados financieros se ha considerado una condición necesaria para la eficacia de las acciones e inacciones de la política monetaria. Con él, Estados Unidos ha disfrutado de uno de sus más prolongados e intensos periodos de progreso.
Greenspan ha sancionado con su silencio los desmanes fiscales de la Administración Bush
Hay aspectos criticables en el largo mandato de Greenspan. Sus cuatro primeros años en el cargo desembocaron en una recesión profunda. Quizá la reacción frente a la inflación fue tardía, ante el temor de los efectos del crash bursátil de 1987 y, cuando se produjo, dañó demasiado a la actividad. De la misma manera, el reconocimiento de que existía un desmesurado crecimiento del precio de los activos no fue suficiente para que la Fed adoptara ninguna medida de política a finales de los noventa. Por otra parte, puede pensarse que la reducción de los tipos de interés al 1% pudo ser una medida excesivamente expansiva y prolongada en una economía que no estaba entrando en una recesión profunda. Puede pensarse también que ha abordado con cierta pasividad el aumento de precios de los activos inmobiliarios y el desequilibrio externo norteamericano. Por último, pese a ser un activo defensor del equilibrio presupuestario a principios de los noventa, los desmanes fiscales de la Administración Bush se han sancionado implícitamente con su silencio.
Por criticables que parezcan estas actuaciones de la reciente historia de la Fed, no se encuentran alternativas en el trabajo académico o las declaraciones de Bernanke. Bien por ser un miembro disciplinado de la Fed (2002-2005) o por compartir los análisis de Greenspan, no habría apoyado decisiones distintas. Es más, en algún caso sus trabajos académicos pueden haberse convertido en el soporte conceptual de la Fed. Esto puede extenderse en el futuro a la definición de objetivos de política (por ejemplo, inflación). En definitiva, más que un estilo de análisis personal de Greenspan, tras las decisiones, criticables o no, está presente una forma de entender la economía por parte de la Fed.
De Bernanke se critica su escaso conocimiento de los mercados, su bisoñez para interpretar los datos económicos, aun reconociendo su enorme talla académica, y su silencio frente a los desequilibrios fiscales de la Administración Bush. Pero, ¿alguien piensa que uno de los mayores expertos en economía monetaria en Estados Unidos puede desconocer el funcionamiento de los mercados financieros y los matices de los datos económicos?
Bernanke no tiene un perfil político, pese a haber sido presidente del Consejo de Asesores Económicos de Bush. Su silencio con los desmanes fiscales de la Administración Bush ha posibilitado que al frente de la Fed tengamos desde el próximo año uno de los mejores perfiles posibles. Espero que entonces muestre su independencia.