_
_
_
_
5d. Guía para el inversor

Arranca la "era Bernanke"

El mercado espera que Ben Bernanke presente pronto sus credenciales y disipe dudas sobre cuáles serán sus prioridades

Ben Bernanke era un distinguido profesor de la Universidad de Princeton que en 2002 fue nominado para cubrir una plaza en la Reserva Federal. Hasta entonces pensaba que su vida estaría siempre ligada al campus. Hace medio año se involucró más con la política al ser nombrado presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

Ahora, a sus 51 años, tiene una agenda más que apretada en Washington. Desde el lunes es candidato a reemplazar, a partir del 1 de febrero, a Alan Greenspan, quien durante 18 años ha ocupado el puesto de política económica más influyente del mundo, la presidencia del Sistema de la Reserva Federal o Fed. Para los próximos días tiene ya anotadas citas con senadores que quieren conocerle de cerca antes de aprobar su nominación. Bernanke tendrá que comparecer en testimonio público, pero el pase del Senado no se presenta difícil. Por primera vez en meses, una nominación de Bush es bien acogida.

La agenda se complicará cuando asuma el mando. La transición es delicada y aunque Greenspan deja tras de sí un curriculum que le ha valido los calificativos de 'leyenda' y 'maestro', el camino no será fácil. Las piedras en el recorrido son una inflación al alza en un entorno de calentamiento del mercado inmobiliario, unos enormes déficit gemelos, las preguntas sin respuesta planteadas por la globalización y una prevista desaceleración económica.

Para el 28 de marzo, cuando se celebre la primera reunión de la Fed bajo el mandato de Bernanke, la mayor parte de la subida de los tipos ya se habrá hecho

Si reemplazar a alguien como Greenspan es complicado en cualquier circunstancia, la actual añade un cierto plus de dificultad. Para enfrentarse a su cometido con semejante panorama, quienes le desean buena fortuna coinciden en que debe colocar en su agenda como primer punto dos palabras 'conseguir credibilidad'.

Su predecesor en este sentido es un líder y Bernanke tiene que hacerse acreedor de este mismo atributo. Y rápido, porque la tecnología y la inmediatez con la que operan los mercados actualmente hacen que los titubeos sean peligrosos. 'Tiene el pedigree adecuado', explica Ethan Harris, economista jefe de Lehman Brothers, 'pero se reemplaza a un icono con un mero mortal y va a tener que probar que vale para el trabajo'.

Tiene que dejar claras unas credenciales en la lucha contra la inflación. En su testimonio ante el Senado, antes de que el 1 de febrero asuma el mando, debe mandar a los mercados el mensaje de que la transición será tranquila en este sentido. Ya lo hizo el lunes 24 al decir que su prioridad 'será mantener la continuidad con las políticas y las estrategias establecidas por Greenspan'.

De momento, en Wall Street creen que así será y el lunes dieron la bienvenida a la noticia del nombramiento con una subida de 169,78 puntos, la mayor ganancia en seis meses aunque en esa escalada hubo mucho de alivio y de despejar incertidumbres. El dólar se mantuvo en su sitio y, sin embargo, los bonos cayeron, elevando su rendimiento desde entonces al temer que Bernanke se centre más en el mandato de la Fed de estimular el crecimiento que en el de luchar contra la inflación. Con todo, la reacción en los mercados fue mejor que la que depararon cuando nominaron a Greenspan en 1987, un día que según las crónicas de la época se recogieron pérdidas en Wall Street y los bonos tuvieron su peor día en cinco años.

En el mercado de deuda se tienen dudas sobre si Bernanke va a primar sobre todo el papel de la Fed como el guardián de los precios. La percepción de que en vez de halcón (más beligerante contra la inflación) es paloma (más preocupado por el crecimiento económico) se basa en testimonios y entrevistas en los años 2000 a 2003 en los que abogaba por el estímulo a la economía para luchar contra la recesión y evitar la deflación. En 2002, poco después de llegar a la Fed como Gobernador, sugirió que esta institución tenía medios no tradicionales para luchar contra la deflación y que él sería partidario de subirse a un helicóptero y tirar billetes para prevenir la espiral de bajada de precios. Su franqueza a la hora de hablar de inyectar liquidez dejó entonces a muchos, que aún hoy le llaman 'Helicopter Ben', sorprendidos y con la idea de que era blando con respecto a la inflación.

'Bernanke no es una paloma' asegura Bill Dudley de Goldman Sachs. Este economista se expresa en términos parecidos a otros colegas y recuerda que estas declaraciones se hicieron en unos meses en los que la deflación formó parte del lenguaje económico de EE UU. 'La situación es diferente ahora', dice Dudley, 'la inflación está cerca de la banda ancha de la zona de cómoda que una vez identificó así Bernanke entre el 1% y el 2%. Dado su compromiso con los objetivos de inflación, esto sugiere que como mínimo sería más halcón si estuviera ya en el Comité Abierto'.

La ironía para muchos analistas es que para el 28 de marzo, cuando está prevista la primera reunión del Comité bajo su presidencia, la mayor parte de la subida se habrá hecho, ya que se da por descontado que tras las tres reuniones que le quedan a Greenspan los tipos subirán para quedar en el 4,5%. Algunos analistas comentaban la semana pasada que prefieren que Bernanke muestre sus credenciales en este sentido en la comparecencia en el Congreso prevista para febrero para presentar su informe económico, que subiendo innecesariamente los tipos con el objeto de mandar una señal al mercado y además acelerar la explosión de la burbuja inmobiliaria.

Eso sí, por lo que se refiere a ésta discutible situación del mercado de la vivienda, Bernanke coincide con Greenspan en no ver la situación tan preocupante como otros analistas que, además de temer por el efecto en los mercados, ven a este sector como el motor del crecimiento de EE UU. Pero como su predecesor, Bernanke es reacio a incluir en su cometido la desarticulación del aumento de los precios de los activos.

Por lo que se refiere a los objetivos de inflación, este es un punto en el que el profesor se distancia de Greenspan y de los influyentes miembros de la Reserva, Donald Kohn y Roger Ferguson, que consideran que estos objetivos limitan una flexibilidad de la Fed que gusta en el mercado de deuda. Bernanke ha defendido estos objetivos que se utilizan en otros bancos centrales porque eliminan incertidumbres en los mercados y crean transparencia. En sus publicaciones asegura que el objetivo no tiene que ser inamovible y que se tienen que explicar las motivaciones para cambiarlo.

Bernanke recibe de su predecesor margen para mover los tipos y también un regalo envenenado. Lo que en los mercados se da en llamar con sorna, el 'Greenspan put'. æpermil;sta es la creencia, o fe, en que pase lo que pase, la Reserva siempre será una red de salvamento de última instancia. No es tanto credibilidad como la historia de un Greenspan que ha probado en su biografía al frente de la Fed que la autoridad monetaria proveería de liquidez al mercado si fuera necesario como hizo en 1987 o con la intervención en el colapso del LTCM. El efecto de este Put, que a largo plazo calma pánicos, es que dado que se asume que hay un salvador, se pueden asumir más riesgos, algo de lo que Greenspan se ha quejado pero que, además, se ha multiplicado por el crecimiento de los mercados de derivados, que también animan a los inversores a no preocuparse tanto por los riesgos. Una herencia que provocará a Bernanke dolores de cabeza.

Lejos de los asuntos de política

Alan Greenspan no sólo se ha convertido en un imprescindible en política monetaria. Su ascensión al reino de los sabios hacía que su juicio fuera una bendición o una sentencia de muerte sobre las distintas políticas económicas.Con contadas excepciones, el presidente de la Reserva Federal se ha abstenido de contestar preguntas a este respecto. Así, a su manera, con su famosa forma críptica de hablar, pidió a Bill Clinton que acabara con el déficit presupuestario y a George Bush, republicano como él, le permitió no corregir el suyo al aprobar la bajada de impuestos en 2001.Se espera que Shalom Ben Bernanke, un republicano flexible, no se meta en camisas de once varas como su predecesor por más que sí aconseja la reducción del déficit. En Washington y pese a que lleva casi tres años de ascensión meteórica en esa complicada capital, no se considera que su fuerte sean las maniobras políticas o administrativas, algo que reconoce puesto que con sentido del humor decía que su gran labor como gestor en la Universidad era asegurarse que había donuts y bagels en la hora del café de los profesores.De momento, y a pesar de que llega desde el Consejo de Asesores de George Bush (con quien no ha intimado demasiado), Ben Bernanke ha probado ser más independiente que sus predecesores, algo que le permitirá ganar parte de la altura en credibilidad que los mercados tanto en EE UU como en el extranjero, le van a demandar.No obstante, no olvida sus raíces republicanas y ha sugerido que un déficit cuando la economía se recupera de tantos shocks como ha tenido la de EE UU 'es razonable' y que esta sufrirá si no son permanentes los recortes fiscales que Bush pasó en la primera legislatura.

Archivado En

_
_