Más madera para el crecimiento chino
Un 9,4% creció China en el último trimestre. La producción industrial lo hizo a un ritmo del 12,5%, y las importaciones al 23,5%. El mercado llevaba 12 meses dándole vueltas a los posibles efectos de la ralentización del crecimiento en China. Pero no hay tal caso. China tiene la capacidad y la voluntad para seguir a este ritmo. Lo hace sobre todo a partir de un febril ritmo de inversión en equipo, partida que supuso el 54% del PIB en el tercer trimestre.
Tiene su lógica que el crecimiento chino se base en la inversión, teniendo en cuenta que se trata de cambiar de un modelo de economía planificada principalmente agrícola a otro de mercado y orientado a las exportaciones industriales. Eso en un país con 1.300 millones de personas o, lo que es lo mismo, con una capacidad casi infinita de mano de obra barata.
Tal y como señala Stephen Roach, parte de este crecimiento obedece una acción decidida por la elite gobernante para evitar futuros cuellos de botella en la cadena productiva, además de los déficit de infraestructuras generados por un desarrollo extremadamente rápido.
Eso es cierto. Pero, ¿es sostenible en el tiempo un modelo como éste? Roach no lo cree. Al fin y al cabo, la rápida prosperidad china se ha construido a partir del consumo en otras partes del mundo, especialmente Estados Unidos. Más que la propia dinámica interior, que no tiene visos de frenarse, la sostenibilidad de su fortaleza depende de lo que pase al otro lado del Océano Pacífico. Es una economía de oferta que depende de la demanda de otros. Y esta demanda puede verse erosionada por la factura energética o, simplemente, porque el consumidor estadounidense gasta desde hace tiempo más de lo que gana.
Hace un año, por el contrario, lo que esperaban los expertos -incluido Roach- era un frenazo interno, inducido desde Pekín, para evitar el recalentamiento. Se equivocaron, pero ahora ven un enfriamiento de origen externo para 2006.