El consumo, a prueba
Cuenta la leyenda que cuando sube el precio del billete de metro en Nueva York, también sube el de la porción de pizza. La leyenda no dice, porque no se ha planteado, qué pasaría con la pizza si bajara el precio del metro.
Se sabrá. La Autoridad Metropolitana de Transporte de Nueva York (MTA en inglés) ha tomado una decisión sin precedentes: rebajar a la mitad el precio del billete de metro y autobús los fines de semana entre el Día de Acción de Gracias (último jueves de noviembre) y Año Nuevo.
Según un memorándum de la MTA, con esta medida se quiere animar a los ciudadanos a usar el transporte público y así aliviar los atascos y a los consumidores, que este invierno van a hacer frente a unas gravosas facturas de energía y altos precios de gasolina debido a los daños que los huracanes han infligido al corazón energético de EE UU.
La MTA disfruta actualmente un superávit que tiene los días contados y entre los analistas fiscales esta decisión no es del todo bienvenida.
Inoportuno o no, el descuento viene bien al alcalde Michael Bloomberg, que no tiene competencia sobre el asunto, pero se presenta a las reelección el 8 de noviembre. También favorece a las finanzas domésticas de los consumidores neoyorquinos que, como las del resto de los estadounidenses, sufrirá este invierno una dura prueba.
Y es que a las ya esperadas subidas en las facturas del gas en invierno se suma una esperada alza generalizada de la inflación (la mayor preocupación de las Bolsas estos días) y la subida de tipos para contenerla. Los economistas creen que con estas condiciones, los consumidores, que hasta ahora no se han cansado de gastar, es posible que se tomen un respiro y con ello ralenticen el motor que mueve dos tercios de la economía del país.
La prueba llegará en Navidad, cuya campaña de compras se inicia tras Acción de Gracias y a la que tanto está dispuesta a colaborar la MTA de Nueva York.
El Libro Beige de la Fed, que toma el pulso a las economías regionales, recoge las primeras muestras de una rebaja de la actividad comercial. La Federación Nacional de Vendedores al por menor, no obstante, ha puesto al buen tiempo buena cara y prevé que el consumidor medio gastará 738,11 dólares en las fiestas de Navidad, un 5,1% más que en 2004.
La mayoría de los economistas creen, sin embargo, que la tendencia apuntada por la Fed es más lógica porque la inflación ya está erosionando el poder adquisitivo. Además, la vivienda, afectada por una cierta ralentización en los precios y una subida de los tipos que disuaden la refinanciación, ya no es el 'banco familiar' que era.
Según la propia Reserva, en 2004 la propiedad de una vivienda fue fuente de ingresos familiares por valor de 600.000 millones de dólares (dinero que llegaba de refinanciaciones, ventas o créditos al consumo sobre la casa). Casi un tercio de este dinero se utilizó en el consumo.
Así las cosas, no es extraño que la confianza de los consumidores siga bajando y que ello se traslade a sus previsiones de compras y gasto.
Los economistas no están del todo preocupados por el efecto en el crecimiento porque creen que la inversión de las empresas y del Gobierno en la recuperación de los Estados afectados por Katrina tomarán el relevo al consumo.
En Nueva York, además, queda la esperanza de que a la pizza no le afecte la inflación.