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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El atractivo de cotizar en Bolsa

Las empresas españolas no se animan a saltar al mercado de acciones. Más bien al contrario, son más las compañías que salen del parqué que las que entran. Se da así la paradoja de que una Bolsa de marcada tendencia alcista no convence a nuevos participantes, con lo que las opciones para el inversor disminuyen. En el último año sólo Corporación Dermoestética ha empezado a cotizar en el mercado español, mientras que varias empresas han dejado de hacerlo tras ser adquiridas por sus matrices o por el capital riesgo, muy activo este año. Esto contrasta con las 215 salidas a Bolsa que se han registrado este año en Estados Unidos, o las 182 del Reino Unido, mercados mucho mayores que el español pero no en tal desproporción.

¿Qué está pasando? Por un lado, la Bolsa ha perdido atractivo como vía para financiar inversiones dado que los tipos de interés están muy bajos, e incluso son negativos en términos reales, descontada la inflación. Muchas empresas consideran, además, disuasorio el endurecimiento de la regulación sobre buen gobierno y transparencia. Por otro lado, el procedimiento de las ofertas públicas de venta de acciones (OPV) es caro, lento y engorroso para las compañías de menor tamaño que podrían estar interesadas.

Participar en Bolsa asusta a buena parte del empresariado español, culturalmente menos atrevido que el de otros países. Sin embargo, someterse a la disciplina del mercado es muy a menudo un salto cualitativo en la gestión de las empresas, necesariamente más profesional para ser creíble ante los inversores, con claros beneficios a largo plazo. Sería bueno, por tanto, dar más facilidades a la negociación pública de acciones sin menoscabo de la transparencia. Algunos países han resuelto este problema creando mercados paralelos a las grandes Bolsas con requisitos más laxos, pensados para las medianas y pequeñas empresas. Una idea que apoyaría el supervisor bursátil, la CNMV. En un país dominado por empresas familiares, hace falta un mercado de acciones a su medida.

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