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Fernando Bolea

'Lo que está en juego es toda la planta, no sólo el Meriva'

Fernando Bolea es un sindicalista experimentado en la planta de General Motors en Figueruelas, Zaragoza, que se enfrenta a la pérdida del Opel Meriva. Fue presidente del comité de empresa y lo representa en el comité europeo de la compañía

Fernando Bolea, principal representante de la planta zaragozana de General Motors en el comité europeo de la multinacional, sufrió un varapalo el pasado fin de semana, después de que la plantilla votase en contra de la propuesta que iba a presentar General Motors España ante la matriz. Su sindicato, UGT, mayoritario en la planta, defendía el sí.

El sindicalista asegura que 'Figueruelas está viviendo los momentos más difíciles' de su historia, y que por el Meriva pasa todo el futuro de la planta, inaugurada en 1982, sobre todo por la dinámica que se ha instaurado en la automoción.

¿Cree que el rechazo de la última oferta empresarial será determinante para la adjudicación del nuevo Meriva?

Lo peligroso no es el rechazo en sí, sino lo que esto significa. Con esta decisión, Figueruelas se ha desmarcado de la dinámica que está marcando la nueva situación en el mundo del automóvil. Polonia está presentando hoy alicientes parecidos a los que España tenía en 1982, sobre todo una brecha salarial considerable. Los alemanes lo han entendido y han aceptado recortes, porque saben que de lo que se trata es de ganar tiempo. Las fábricas terminarán acercando sus condiciones, y la presión sindical hará que la distancia con nosotros disminuya, como ha disminuido la que separaba a Figueruelas de las plantas alemanas.

¿A qué atribuye el rechazo de la plantilla a la última oferta de la empresa?

Nosotros habíamos conseguido eliminar gran parte de los recortes que se habían planteado inicialmente hasta conseguir un planteamiento de mínimos. Si los afiliados de UGT lo entendieron y los de otras centrales no, es porque el tema fue explicado por otras centrales de una manera distinta.

Resulta difícil de explicar que unos trabajadores que conviven realizando idénticas funciones adopten posiciones tan radicalmente distintas, si no median otros factores. Nosotros recurrimos a la urna y a la votación secreta, primando la reflexión, mientras los partidarios del no se expresaban a mano alzada, sistema que deja más campo a factores emocionales.

¿Tan importantes eran los sacrificios exigidos por GM para retener el Meriva?

En la práctica, los eventuales recortes podrían suponer en torno a unos 500 euros al año. Pero lo importante no es la cantidad, sino que la multinacional puede interpretar que en su planta española no se ha entendido la nueva situación en la industria, al revés de lo que ha ocurrido en el resto de sus fábricas y en las empresas de la competencia.

¿Cómo se está comportando el comité europeo en esta pelea?

Creo que hemos conseguido que la adjudicación del modelo no se viviera como un enfrentamiento entre Gliwice y Figueruelas. Tanto es así que se ha logrado un pronunciamiento que rechaza una eventual supresión de 3.000 empleos en nuestra fábrica para crearlos en Gliwice. Los polacos dicen que tienen mucho paro en su zona, pero se han quedado solos, porque el resto de los miembros del comité ha entendido que no es de recibo exportar su paro a Zaragoza.

En Polonia, la situación sindical es distinta a la nuestra, algunos perfiles todavía no están totalmente definidos. En Figueruelas, Opel se encontró con un movimiento sindical muy fuerte, que para ellos creo que fue una sorpresa. Aunque pienso que en Polonia también se producirán avances, ya que las situaciones tienden a homogeneizarse. En realidad, lo que ha propiciado la adjudicación de la segunda generación del Meriva es un debate sobre la deslocalización en la automoción, algo que todavía no se había afrontado en profundidad.

¿Cuál es el elemento diferenciador de Figueruelas?

æpermil;sta es la única planta en la que se montan dos modelos (el Corsa y el Meriva) por lo que, en la práctica, viene a ser como si existieran dos fábricas, una junto a la otra. Las inversiones efectuadas exigen una producción de 2.000 coches al día. Todo lo que se sitúe por debajo implica una situación de riesgo.

Actualmente, ya estamos por debajo, en torno a los 1.700 vehículos, pero, si no se sigue fabricando el Meriva en su segunda generación a partir de 2009, no llegaríamos ni a los 1.000 coches. Por tanto, la planta no respondería ni a los planteamientos con que fue creada ni a las inversiones que se han efectuado para llevarlos a cabo. Lo que está en juego no es el Meriva, sino toda la fábrica'.

Rebelión en la fábrica

La negativa de la plantilla a la propuesta ha provocado una división en el seno de los trabajadores de Figueruelas. Aun así, Bolea cree que 'al final la razón acaba imponiéndose'.'La demagogia -asegura- produce resultados a corto plazo, pero luego zarandea electoralmente' a quien la practica. 'Cuando aceptamos la implantación del tercer turno, porque pensamos que era necesario producir los coches que el mercado demandaba , parecía que el sindicato iba a ser arrollado, pero ganamos las elecciones. Ahora, como siempre, hemos optado por la sensatez y por el camino que siempre ha marcado el sindicato alemán del metal, IG Metall, que ha acreditado una trayectoria eficaz.Bolea, además, manda un mensaje a sus compañeros de CC OO. 'Quienes han defendido el no tendrán que demostrar que su postura favorece a los trabajadores'.Bolea concluye que 'de momento, aunque un sindicalista nunca debe arrojar la toalla, es evidente que el rechazo no ha contribuido precisamente a mejorar las expectativas para fabricar el Meriva a partir de 2009, y este no ha sorprendido al resto de las plantas'.

'El 'no' ha sorprendido al comité europeo'

Fernando Bolea señala que 'la plantilla es sensata y entiende la situación, siempre que los sindicatos sepan explicarla adecuadamente y sin manipulaciones. Sin embargo, y pese a que UGT es el sindicato mayoritario en la planta aragonesa, dijo no a la última propuesta de la empresa. 'Para mí, el rechazo defendido por CC OO ha sido una sorpresa porque, hasta la víspera de las votaciones, su postura parecía otra'. UGT y CC OO, además, normalmente habían acordado sus posturas en el comité europeo.

¿Cómo han encajado sus compañeros europeos el rechazo a la última propuesta empresarial?No lo entienden. Todos han asumido que son necesarias algunas concesiones para homogeneizar la situación en las fábricas que tienen diferencias salariales tan abultadas. Nuestra brecha salarial con Gliwice es de 100 millones de euros al año.Si nos empeñamos en mantenerla a toda costa, en seis años, que es la vida normal de un modelo, la diferencia sería de 600 millones, con lo que se rentabilizaría cualquier inversión. No podemos pretender que, mientras los alemanes asumen sacrificios para acercarse a nosotros, en Figueruelas, en vez de reducir la diferencia con Gliwice, tratemos de superar las condiciones alemanas.¿Cómo es que la plantilla no lo ha entendido así?Eso habrá que preguntárselo a quienes han defendido el no. La postura de UGT, en una situación extraordinariamente grave como la actual, ha sido poner el sindicato al servicio de los trabajadores, al margen de intereses electoralistas. Sabemos que eso tiene un precio, pero cuando se diluyen los impactos emocionales, la plantilla es sensata y acaba dándonos la razón.Nos sucedió algo parecido cuando aceptamos el tercer turno, que suponía la creación de 1.500 puestos de trabajo. Si no se hubiera tomado aquella decisión, que nos echó toneladas de demagogia a la cara, seguramente Figueruelas habría desaparecido hace varios años. Entonces y ahora, algunos sindicatos dicen que las condiciones de trabajo son africanas, pero ya les daría yo una vuelta por esa realidad, para que se avergonzaran de decir sandeces tan enormes.

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