Chocolate para lucir en joyas e hidratar la piel
Imagínese cubierto con una capa de chocolate negro y manteca de karité caliente sobre la piel, que va deshaciéndose en una bañera de burbujas con aroma a vainilla. Placentero ¿no? Pues ésta es una de las aplicaciones del cacao presentadas ayer en la segunda edición del Salón del chocolate de Madrid, que el centro comercial Moda Shoping acoge hasta el próximo domingo.
Los 15 stands presentes proponen desde un perfume inocuo de chocolate y coco para peluches infantiles a barritas sin azúcar para golosos incorregibles. Llama la atención la colección de joyas comestibles de Chus Burés, concebidas para provocar el apetito del compañero de cama. Las clases de cocina y las actividades infantiles complementan una cita pensada para estimular el consumo de chocolate entre el público madrileño.
No en vano, existe una gran diferencia entre los 3,5 kilos de chocolate que come cada español al año, según la asociación española de confiteros, a los 10 que engulle un suizo. Y eso que fue España la que propició la comercialización del fruto de cacaotero en la Europa del siglo XVI.
En este tiempo, el tratamiento del cacao ha cambiado mucho. El confitero Alberto Escribá, por ejemplo, estudia las proporciones de grasa necesarias para elaborar las joyas dulces diseñadas por Chus Burés, algo impensable hace siglos. Una goma laca comestible le sirve para que no se derrita por la agresión del calor y la humedad.
El maestro joyero Buró explica el atractivo de su propuesta: 'Es interesante el concepto de caducidad en joyería. Jugar con el tópico de que una joya es para siempre. A los clientes les aporta un punto de diversión. Interactúan con su joya. Su compañero sexual puede comérsela', cuenta este artesano catalán con más de 20 años de experiencia. Sus creaciones podrán adquirirse en la tienda que lleva su nombre en la calle Claudio Coello de Madrid.
En el stand del SPA Center informan sobre otras bondades estéticas del chocolate, en lo que ellos han bautizado como chocoterapia: 'Tiene antioxidantes para el envejecimiento, anticelulíticos y, lo mejor, su olor activa las endorfinas, las hormonas de la felicidad, que dan sensación de bienestar'.
Pero volviendo a su aplicación clásica, el paladar, un maridaje entre cava y bombones es una mezcla de sabores conservadora, pero siempre sugerente.