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Apertura

Marruecos y la 'nivelación' con Europa

El Ministerio de Industria y Comercio marroquí lo es también de Nivelación. El término original en francés, mise à niveau, aparece en buena parte de las conversaciones con autoridades políticas y empresarios en Marruecos. Al menos en esas esferas, el compromiso con la 'nivelación' de las empresas y el propio país con los estándares del otro lado del Mediterráneo parece firme.

La llegada al trono de Mohamed VI, en 1999, señaló el inicio de una etapa en la que Marruecos apuesta por la apertura. Las reformas son numerosas y afectan tanto a la economía como a la política. Los avances hacia la democratización del país han sido notables, sobre todo en comparación con sus países vecinos. Las legislativas de 2002 fueron las primeras plenamente transparentes, según los observadores internacionales. Eso sí: el poder del monarca sigue siendo enorme, y su autoridad es reverenciada casi con devoción. No en vano la Constitución le otorga el papel de garante de los derechos y libertades, y de guardián del islam. En los últimos años se ha avanzado en las libertades civiles, como la expresión, la asociación o la prensa. El código laboral del año pasado limita la jornada ordinaria a 44 horas semanales. Tras la última reforma del código de familia la mujer tiene más derechos, entre otros el de transmitir la nacionalidad, reservado hasta ahora a los padres. En las ciudades más europeizadas, Rabat y Casablanca, la modernidad y la tradición conviven representadas en velos y camisetas de tirantes.

En paralelo a las políticas transcurren las reformas económicas. El inicio de las privatizaciones, en 1993, dio paso a una progresiva liberalización de mercados en una economía tradicionalmente dirigida. Telecomunicaciones, energía y sector financiero se regulan ahora, según el Gobierno, por 'una ley de la competencia inspirada en la legislación europea'. Al progreso regulatorio se ha unido el técnico: la telefonía móvil llega ya a un tercio de la población y la electrificación de las zonas rurales avanza a buen ritmo. Marruecos, un país eminentemente agrícola, sufría una extraordinaria dependencia de los avatares climatológicos, y un año con sequía garantizaba el estancamiento económico. De ahí la apuesta por la apertura, la inversión en infraestructuras (cada año se construyen 500 kilómetros de carreteras) y el fomento del turismo: Rabat quiere que Marruecos acoja en 2010 a 10 millones de turistas, más del doble que en la actualidad, y que represente entonces el 7% del PIB. La progresiva eliminación de los aranceles con Estados Unidos, los países árabes y la Unión Europea (ésta, plenamente efectiva en 2012) completa el círculo reformista.

El nuevo Marruecos, moderno pero respetuoso con las tradiciones, se simboliza en parte en la mezquita Hassan II, una inversión incalculable terminada en 1993 que refuerza el carácter islámico del Estado. Fue la última gran obra del padre del actual monarca. El legado de éste, Mohamed VI, estará más representado en el complejo portuario de Tánger, que costará 2.000 millones de dólares. El puerto, en construcción, centrará el desarrollo del norte del país, y será punto de arranque de carreteras y vías férreas. Buena parte del mismo está financiada con dinero del Fondo Hassan II, que recoge la mitad de los ingresos de cada privatización que realiza el Estado para destinarla a inversión productiva y supera los 30.000 millones de dirhams (2.727 millones de euros).

Aunque las autoridades marroquíes ven aún un amplio camino de mejora, la inversión española está teniendo un papel relevante en este proceso. Empresas como Telefónica, Altadis, Repsol o Fadesa figuran entre los principales inversores extranjeros. Políticos y empresarios comparten optimismo de cara al futuro. Mustapha Bakkoury, director general de la Caja de Depósitos y de Gestión, sostiene que los resultados de la reforma 'se están empezando a concretar, y eso animará a muchos inversores que hasta ahora han tenido dudas'. Aunque también optimista, el presidente del AKWA (el mayor grupo energético del país), Aziz Akhannouch, reconoce que la apertura no está exenta de riesgos: 'inevitablemente, la apertura acabará con muchas empresas que no se adapten al cambio. Pero, en conjunto, creo que Marruecos tiene mucho que ganar en la globalización'.

El reinado de Mohamed VI está oficialmente marcado, además, por un tinte social: entre sus objetivos está eliminar en 2007 la vivienda insalubre (se construyen 100.000 viviendas protegidas al año), y escolarizar en 2008 a todos los niños entre 6 y 11 años (ahora sólo lo están dos de cada tres). Ambos proyectos son clave para el sostenimiento de la reforma. Políticos y empresarios reconocen que todavía quedan, al menos, 'dos años duros': el crecimiento previsto para 2005 no supera el 1%, pero, cuando las inversiones actuales empiecen a dar frutos, el PIB se acelerará hasta el entorno del 6%, umbral a partir del cuál la economía reduce el desempleo. La tasa oficial de paro es del 10,4%, aunque otras fuentes la sitúan muy por encima.

Relación bilateral

España es el origen de un 15% de las importaciones marroquíes. Es el segundo mayor vendedor, y también el segundo comprador de Marruecos, con un 17% del total de sus ventas. Las empresas españolas invirtieron allí 1.550 millones de euros en 2003.

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