Donde está el dinero
La verdad es que los analistas llevaban desde 2004 señalando que el sector a considerar era la energía. Que el dinero estaba ahí. Y el tiempo les ha dado la razón aunque, lamentablemente, el marasmo de opiniones y recomendaciones en el que se ha convertido en análisis de los mercados ha hecho que, a ojos de muchos inversores, los árboles hayan tapado el bosque.
Morgan Stanley elevó su previsión sobre el S&P 500 exclusivamente por el efecto del aumento de beneficios en las compañías del sectore energético. Las petroleras y, en menor medida, algunas de las eléctricas, están entre los valores que más tiran de las Bolsas a ambos lados del Atlántico. Estos días en España se está viviendo una vorágine de rumores e informaciones sobre la posible consolidación de un sector que, tras el incombustible ladrillo, es el principal polo de atracción del capital.
Así, en la sesión de ayer la acción de Repsol se disparó el 3,37%, probablemente al hilo de algún rumor, pero también simplemente por una cuestión de sentido común: Si el petróleo está disparado y el sector energético está registrando movimientos empresariales, nada más apropiado para aprovecharse que una petrolera de tamaño mediano.
Ahora bien, en esto de la Bolsa pasa como en la moda. Primero algunos apuntan las tendencias, después éstas se expanden en círculos concéntricos hasta que, de repente, estallan ante el gran público. Ese momento es el de mayor eco y repercusión, pero normalmente no está muy lejos del cambio de tendencia. En España, por ejemplo, Terra salió a Bolsa en noviembre de 1999, y cinco meses después los valores tecnológicos habían tocado techo.
En Estados Unidos llaman dinero inteligente a ese que se anticipa a las tendencias. Pero no es muy difícil seguirle la pista. Por ejemplo, en las primeras fases de una etapa alcista proliferan las compras de empresas por parte de otras empresas, mientras en las fases más tardías se registran más colocaciones entre el gran público. nrodrigo@cincodias.es