Cuando el pez chico se enfrenta con el grande en los tribunales
El principal problema de una pyme cuando se enfrenta a una firma mayor es aguantar económicamente
Aunque todos somos iguales ante la ley, ya sea como personas físicas o jurídicas, en la práctica hay diferencias si uno es grande y pudiente y el otro no tanto. Así, en numerosas ocasiones se generan conflictos entre empresas de un tamaño desigual y esa diferencia puede llegar a marcar la estrategia jurídica que sigan unos y otros. Los expertos jurídicos apuntan al poder económico como el principal rasgo distintivo entre pequeños y grandes. 'Para las empresas pequeñas no es igual soportar los costes que se generan en un proceso judicial que para las grandes', declara José Antonio Hernández, socio del despacho Herrero & Asociados especializado en marcas y patentes. Y aunque es un poco arriesgado dar cifras, cuantifica entre 30.000 y 300.000 euros el coste de pleitear, matizando que nunca se puede dar un precio cerrado, pues uno se adentra en una aventura incontrolada cuando entra en un tribunal. 'Depende de los recursos que se planteen, de los medios que deba asignar el despacho, de los elementos probatorios, peritos, detectives'.
Ante tal handicap, muchas empresas pequeñas buscan, como estrategia, un acuerdo rápido y barato. Sin embargo, no siempre es así. 'Nosotros no hacemos distingos entre grandes y pequeños a la hora de elegir la línea jurídica que vamos a seguir', declara Joaquín García Romanillo, de Gómez, Acebo & Pombo. Aunque aclara que por principio siempre intentan primero la vía de la negociación. 'En realidad, las pautas a seguir dependen más del caso que del tamaño del cliente. Si tienen la razón de su parte les recomendamos que sigan adelante antes que aceptar cualquier acuerdo', declara García Romanillo.
Los pequeños se encuentran con otro problema añadido ante un largo pleito: generalmente recae en el consejero delegado de la empresa robándole un precioso tiempo. Olaberri, consejero delegado de Aguinaga, lo confirma.
Pero es difícil generalizar pues ni todos los grandes son iguales, ni todas las empresas pequeñas pretenden lo mismo. García Romanillo declara que en algunos casos las pequeñas quieren cerrar acuerdos y para ello pueden recurrir a las querellas a la catalana; es decir, optar por la vía penal en lugar de la civil. 'Buscan la repercusión mediática de llevar al presidente o al consejero delegado como imputado ante el juez', declara. Pero ningún despacho de prestigio quiere seguir esa línea. Hernández, de Herreros & Asociados, considera que una buena parte de los conflictos entre grandes y pequeños son provocados por estos últimos que intentan obtener algún beneficio no muy ortodoxo. 'En el caso de las patentes, cuando una grande está interesada por el producto de una pequeña, simplemente compra la empresa o licencia la patente', declara.
Un ejemplo ya clásico es el que mantiene la multinacional Nike contra la empresa catalana Cidesport. Nike tiene contratado a Gómez, Acebo & Pombo y Cidesport a Garrigues y a Herrero & Asociados. Aunque el pleito comenzó en 1991, según explica Juan Casulá de Herrero, todavía sigue abierto y además suman otros siete juicios más y alguno fuera de España. 'Supongo que mientras siga siendo rentable para los licenciatarios explotar la marca Nike, seguirán con el proceso', declara Casulá. Otro ejemplo es el de Nokia contra la empresa malagueña Vitelcom a la que acusó de infracción de patente. Luis Fernández Novoa, que defiende a la multinacional finlandesa desde Gómez, Acebo & Pombo, niega que les demandaran por sorpresa. 'Les envié cartas desde el despacho'. En el caso de Vitelcom no contrataron un bufete de renombre. 'Lo llevaba una abogada generalista y al principio no prestaron mucha atención. Y cuando una grande te reclama algo hay que tomárselo en serio', aconseja Novoa.
Aguinaga, una vida de pleitos por la patente
Una empresa acostumbrada a los litigios es la vasca Angulas Aguinaga. En 1987 esta pequeña empresa viendo que las angulas, producto al que se dedicaban, estaba tocando a su fin optó por un nuevo producto. E inventaron y patentaron las gulas, un sucedáneo de la angula realizado con surimi, a base de pasta de pescado. Aunque el surimi ya existía y hay otros artículos con este producto en el mercado, nadie hasta entonces había creado un sucedáneo imitando a las angulas.'Nosotros somos un caso atípico, pues vivimos de una patente, de una idea', declara Javier Olaberri, consejero delegado de Angulas Aguinaga. Hace tres meses el Tribunal Supremo ha dictado una sentencia en su contra abriendo su patente a la competencia.En 1997, Aguinaga demandó a una pequeña sociedad guipuzcoana, Ande, por comercializar un producto llamado Margula. Ante el tribunal les acusaron, primero de usar su patente y segundo, de plagiar el nombre de su marca: gula.Lo curioso es que Ande está en la quiebra y los que continuaron el pleito fueron los administradores concursales.'Nos hemos pasado media vida de pleitos. El derecho de la propiedad industrial es un follón y tenemos menos derechos que San Pedro', se queja Olaberri, que acusa: 'En España se premia a los que copian'.Aunque Aguinaga no se puede considerar una empresa grande, en su nicho de mercado sí lo es. Y en defensa de su patente se ha enfrentado no sólo a Ande sino a otras empresas más grandes. 'En muchos casos nos ha bastado la amenazada de los tribunales y hemos conseguido acuerdos', declara. Pero Ande siguió adelante y el premio fue el derecho para usar la patente de fabricar sucedáneos de angulas con surimi.