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Tribuna
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Unocal y Maytag o la pugna entre China y EE UU

Las vicisitudes del mundo de la moda y la política comercial han querido que los funcionarios aduaneros de toda Europa hayan debido lidiar con millones de jerséis chinos en pleno verano. Entretanto, al otro lado del Atlántico, la amenaza china se ha revelado últimamente de forma más sofisticada a través de ofertas públicas de adquisición (opas) por dos iconos empresariales del país. La supuesta rivalidad entre las dos potencias ha vivido así un nuevo episodio, resuelto en esta ocasión a favor de EE UU en el último asalto.

Las opas presentadas por CNOOC y Haier por los grupos americanos Unocal y Maytag han trascendido el ámbito estrictamente empresarial o financiero para adentrarse en el pantanoso terreno de la política y las relaciones internacionales. Aunque ambas ofertas encajaban con los movimientos corporativos protagonizados últimamente por empresas chinas, encaminados a controlar recursos naturales (caso de Unocal) o adquirir marcas renombradas (Maytag), su impacto mediático y el simbolismo de las dos empresas opadas las condenó al fracaso.

Si la compra de Unocal implicaba el acceso a importantes reservas petrolíferas en EE UU, Maytag encarnaba la historia de la industria americana con una marca centenaria (Hoover) equivalente a las legendarias AEG o Zanussi en Europa. La aparición de ofertas competidoras por parte de Chevron y Whirlpool, combinadas con una fuerte presión política, malograron finalmente la aventurada incursión china.

La injerencia del estamento político americano resultó particularmente visible en el caso Unocal, pero seguramente ha jugado también un papel en la oferta por Maytag. En medio de la creciente presión mediática por la 'pérdida' del histórico fabricante de electrodomésticos, el grupo Whirlpool veía vetada por la Administración Bush su participación en la construcción de varias centrales nucleares en China, a la vez que presentaba su oferta competidora por Maytag.

A nadie debería sorprender ahora que la fusión entre ambas reciba a cambio el visto bueno de las autoridades de la competencia, aún cuando una combinación de estas proporciones parecía a priori problemática desde este punto de vista.

Las reticencias del Gobierno americano en el caso Unocal han sido, en cambio, más comprensibles. Aunque el interés de CNOOC radicaba esencialmente en los abundantes recursos de la petrolera en Asia, el cambio de titularidad de los pozos en territorio americano despertaba una lógica preocupación. Conviene recordar aquí cómo las leyes sobre inversión en la propia China tienen prácticamente vetada la propiedad extranjera de recursos naturales por motivos de interés nacional. Esta evidencia nos lleva a una de las claves en el sistema internacional de comercio e inversión: el principio de reciprocidad.

Algunos medios americanos esgrimieron ya este argumento con motivo del desembarco japonés de los años ochenta y, más recientemente, a raíz de las compras por parte de sociedades estatales europeas como Deutsche Telekom o Lufthansa en el mercado americano. Incluso nuestro país ha aplicado con eficacia este principio para impedir la entrada de incómodos vecinos, como EdF o Gaz de France.

Así pues, resultaba legítimo que las autoridades estadounidenses estudiaran con detalle los obvios vínculos estatales de CNOOC, así como las condiciones de acceso de las empresas americanas al mercado chino de hidrocarburos, donde una operación del calibre de Unocal resultaría hoy por hoy inverosímil.

El desenlace de las opas por Unocal y Maytag, en definitiva, no se decidió en una junta de accionistas o una reunión de consejo, sino más bien en los largos y angostos pasillos de Washington.

No será, sin embargo, el último movimiento corporativo de una empresa china en EE UU, visto su afán por recursos naturales y marcas renombradas y su actual abundancia de reservas. Resultaría de todos modos inocente caer en el entusiasmo de ciertos medios antiamericanos, que ya han visto en las dos opas la confirmación de un relevo en el liderazgo mundial. Muy pocos recuerdan cómo el audaz presidente de CNOOC se formó en la Universidad de California, que la compra de Unocal fue diseñada por Goldman Sachs y JP Morgan y que incluso un grupo de fondos de capital riesgo americanos participó en la financiación de ambas operaciones.

En definitiva, el denostado imperio americano cede el relevo industrial para replegarse en su sólida hegemonía sobre el capital y el conocimiento. Entretanto, la Vieja Europa mantiene una lucha sin cuartel para evitar una inundación de camisetas y jerséis chinos, aunque muchos empresarios textiles suspirarían por una generosa opa desde China.

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