Los jueces vapulean a los herederos de Picasso
El Tribunal de la UE critica a la familia del pintor por explotar su apellido como una marca comercial
Poco podían imaginar Claude, Paloma, Marina, Maya y Bernard que la empecinada defensa de la utilización comercial de su legendario apellido podría reportarles una severa bronca en un tribunal. Pero eso es lo único que han obtenido hasta ahora los cinco herederos de Pablo Ruiz Picasso que desde 1999 intentan en vano impedir al fabricante de automóviles DaimlerChrysler utilizar la marca Picaro porque la consideran demasiado similar a la firma del Guernica.
Otros herederos privilegiados, los del dibujante Hergé, autor de Tintín, también provocaron en marzo la indignación en Bélgica al negarse a colaborar gratuitamente con una iconográfica exposición que recorre los 175 años de historia del pequeño país europeo. El escándalo les obligó a renunciar a sus pretensiones.
Ambos casos ponen de actualidad los límites entre la explotación publicitaria de ciertos referentes históricos y los derechos de los herederos. Y en términos más filosóficos, el reconocimiento o no de la propiedad privada sobre un legado más cercano a ser patrimonio de la humanidad que herencia familiar.
'Entristece comprobar que el mito más destacado del siglo XX (...) quede reducido a un objeto de comercio, a una mercancía', concluye Dámaso Ruiz-Jarabo, abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en su opinión sobre el recurso de los familiares de Picasso contra DaimlerChrysler. Jarabo recomienda al tribunal que, como ya ha ocurrido en instancias inferiores, desestime la reclamación de los herederos y les condene a correr con unas costas que no dejan de crecer. Por desgracia para Paloma y compañía, los jueces siguen casi siempre la opinión del abogado.
La sentencia definitiva llegará dentro de unos meses, en contraste con la entrada en vigor el próximo 1 de enero de la polémica directiva comunitaria que reconoce a los herederos de los artistas fallecidos el derecho a percibir durante 70 años un porcentaje de la reventa de cada una de sus obras. Las grandes casas de subasta londinenses temen que la ley provoque una fuga del mercado hacia plazas extracomunitarias que no reconocen ese derecho y han conseguido límites de compensación y plazos que suavicen el impacto de la nueva ley.
El Tribunal de la UE también parece partidario de 'matizar' el grado de protección que se concede a los herederos que han registrado como marca los nombres propios de los artistas. Jarabo, en concreto, no se limita a rechazar por esa razón el recurso de los Picasso. Sus conclusiones vapulean a lo largo de 71 epígrafes el empeño del 'condominio de los herederos del artista' de explotar la marca comunitaria número 614.867 en que han convertido su apellido.
El abogado, como antes el Tribunal de Primera Instancia y la Oficina de Marcas de la UE, consideran que, en contra de la opinión de la familia, los consumidores no pueden confundir la palabra Picaro con el apellido Picasso. Pero el abogado recuerda a la familia, además, el 'interés general en salvaguardar los nombres de grandes artistas (...) de la insaciable codicia mercantilista, para evitar perjudicar su obra, trivializándola'.
El director del Museo Picasso de París, como recuerda Jarabo, también les criticó en su día por dar licencia a Citroën para utilizar el apellido como coletilla de su modelo Xsara y exponer al artista al riesgo de quedar en el imaginario popular como una mera marca de coche. Ya les ha pasado 'a los conspicuos ingenieros Opel, Renault, Ford o Porsche', advierte el abogado.