Un camino equivocado
Cada escalada del precio del petróleo lleva aparejada otra inmediata por toda Europa de sectores y gremios (transportistas, agricultores, pescadores, taxistas...) que reclaman ayudas. Esta no iba a ser una excepción y Francia, una vez más, se ha puesto a la cabeza del proteccionismo. Su Gobierno, que ya ha amenazado a las petroleras con un 'impuesto excepcional' si no bajan los precios, anunció ayer ayudas fiscales a los agricultores para afrontar el alza de los carburantes. Los siguientes beneficiarios en la lista son los sectores pesquero y de transporte.
El Ejecutivo galo desoye así el acuerdo suscrito este mismo fin de semana en el Ecofin contra las ayudas fiscales como solución al alza del crudo. Y repite la secuencia de hace cinco años, cuando resquebrajó un compromiso similar al ceder a las presiones de camioneros, agricultores y pescadores, que llegaron a cortar el comercio entre fronteras de la UE. Las concesiones se extendieron por toda Europa después de que piquetes de camioneros británicos llegaran a cortar el suministro en refinerías de su país. Hoy, los elevados déficit fiscales de las grandes economías de la UE limitan más el margen de maniobra, y hacer concesiones para apaciguar a los manifestantes sería más costoso. Por eso es más necesario un frente europeo unido.
La filosofía del Ecofin es sencilla: a diferencia de anteriores crisis, el precio del barril no ha alcanzado cotas pasajeras, sino permanentes, y las ayudas no pueden ser perpetuas. Así lo deben entender también los camioneros españoles, que ya amenazan con paros por el alza del gasóleo. Y los Gobiernos deben trasmitirlo a sus ciudadanos sin temor. La gran demanda de crudo exige más inversiones en producción, pero amenazar a las petroleras con impuestos no las animará a invertir. La lucha está, sin embargo, en potenciar las energías renovables para entrar en 'la era pospetróleo'.