Vallvey reflexiona sobre la España franquista
Ángela Vallvey (San Lorenzo, Ciudad Real) retrata la España de los últimos días de Franco en La ciudad del diablo, una novela nacida del afán personal de la autora por recuperar una época que no tenía muy clara en la memoria.
España ha pasado esa página de su historia muy deprisa. 'Hubo un esfuerzo de olvido, provocado por la vergüenza histórica. Cuando las cosas no se hablan con claridad, vuelven a aparecer. Todo lo que se reprime acaba retornando', comenta Vallvey.
La novelista ha prestado la reflexión a uno de los personajes del libro, Vicente: 'En este pueblo, y en tantos pueblos de este país, la gente no habla de lo que no le gusta recordar, ni de lo que no le conviene'.
'No nos gusta hacer memoria -continúa Vallvey-, porque no nos gusta ver nuestro auténtico rostro. Conforme tomamos distancia con los acontecimientos nos cuesta menos. Hay que hacer limpieza en el armario de la historia, cargado de cadáveres'.
La ganadora del Premio Nadal en 2002 con Los estados carenciales ha trabajado durante unos tres años en La ciudad del diablo, editada por Destino. La novela partió de una reflexión, después imaginó dos personajes atractivos, el cura Alberto y el pequeño monaguillo Ricardo, que como Sherlock Holmes y Watson se embarcan en la investigación de un asesinato.
Ángela Vallvey se sirve del género de la intriga en La ciudad del diablo, nombre con el que la terminología franquista se refería a la otra España. 'El género se adecua perfectamente a un momento histórico cargado de suspense', explica la autora.
Más que el telón de fondo, ese capítulo de la historia de España es un personaje. Momento apasionante, 'a pesar de las cosas delicadas que estaban sucediendo', precisa.
La novela empieza el sábado 1 de noviembre de 1975 y va avanzando con las noticias del estado de salud de Francisco Franco y la Marcha Verde que Hassan II ha organizado para apoderarse del Sáhara. 'Se sabía que iba a haber un muerto, pero no lo que iba a pasar con su herencia'.
En ese aciago día de Todos los Santos, San Esteban, un pueblo ficticio que la escritora sitúa en Toledo, despierta con la noticia del asesinato de Clara, una madre soltera y militante del ilegal Partido Comunista.
El pueblo es un microcosmos y una metáfora de todo el país. Claudia, hermana de la mujer asesinada, refiere en la novela como en los pueblos la gente se ayuda 'en caso de necesidad gorda de la misma manera en que se despedazan en cuanto se dan la vuelta'.
'España es un país rural, aunque cada vez menos. En un pueblo, las emociones se magnifican, las relaciones son más delicadas porque conoces más a los vecinos, hay más lazos familiares', explica Vallvey.
Si la novela negra necesita ambientarse en la ciudad, para hablar de secretos familiares, como pretende La ciudad del diablo, un pueblo es el lugar indicado, reconoce la escritora.
Ángela Vallvey deja el final abierto. 'Los capítulos de la vida real tampoco se cierran de forma concluyente, ni se hace justicia a todas horas', recuerda la autora. 'La literatura tiene que parecerse a la vida y yo quería eso para mi novela'.
La grata compañía del cura Alberto
La ciudad del diablo ha servido a Ángela Vallvey para reflexionar sobre aquella España de color gris. Después de publicar la novela -para documentarse ha tirado de hemeroteca y ha leído ensayos de la época-, a la escritora le apetece seguir meditando sobre 'ciertas cosas que han ocurrido en España y no tengo claras'. A su pesar, reconoce que hay dos Españas. 'No me gusta porque me devuelve una imagen bárbara y repugnante de un país que quiero creer que es moderno y civilizado'.Poeta y novelista, Vallvey ha publicado A la caza del último hombre salvaje, que ha sido adaptada al cine por Rafael Azcona, y El tamaño del universo (Premio Jaén de Poesía 1998), entre otras obras.Algunos le han preguntado si piensa recuperar el personaje del cura Alberto y la escritora toma nota, 'porque su compañía me ha resultado muy grata'.