Cuanto más simple, mejor
En su último golpe contra las trampas contables corporativas, el Departamento de Justicia ha presentado cargos contra ocho antiguos ejecutivos de la auditora KPMG por desarrollar y promover refugios fiscales abusivos, que han costado al Tesoro americano 2.500 millones de dólares.
El Departamento de Justicia ha diseñado un acuerdo con KPMG (...) que, si se materializa, supondrá retirar los cargos contra la compañía. A cambio, KPMG reconocería su responsabilidad (...) y pagaría al Gobierno 456 millones en concepto de daños.
El acuerdo, por tanto, satisface objetivos importantes tanto del Gobierno (castigo y disuasión) como de KPMG (sobrevivir). Pero el caso apenas es un síntoma de un problema mucho mayor (...). El código fiscal es demasiado complejo. A menos que sea notablemente simplificado, continuará habiendo oportunidades para que la gente y las compañías engañen (...).
A nadie le gusta pagar impuestos (...). Un código fiscal más simple no erradicaría la tentación ni los incentivos para hacer trampas. Lo que conseguiría, sin embargo, sería aportar menos medios para hacerlo. Y otra cosa igual de importante, al eliminar algunas capas del entramado normativo haría más fácil a la Agencia Tributaria (IRS) localizar los abusos.