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In memóriam

Colocaba a las personas por encima de todo

Con Rafael he tenido gran amistad. El pasado junio estuvimos juntos en el almuerzo que cerró el ciclo de reuniones y trabajos 2004-2005 de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, a la cual pertenecíamos los dos. Se podía estar o no de acuerdo con sus ideas, pero era un hombre consecuente con lo que pensaba, sin cambios de rumbo para ir por donde el viento soplase y honesto.

De arraigado espíritu católico, que nunca ocultaba, su comportamiento era siempre ejemplar. En la Academia, sus intervenciones eran siempre seguidas con gran atención; pertenecía a la sección de Economía, campo del que era un perfecto conocedor, así como, de las finanzas bancarias. Para él la economía era no sólo un instrumento para conseguir una mejora en la asignación de recursos, sino también para elevar el bienestar de los individuos, él colocaba a las personas por encima de todo.

Consideraba que la intervención pública debía estar limitada a aquello que las personas delegaban en los poderes públicos. El principio de subsidiariedad recogido en el tratado de la UE debería ser a su juicio el eje vertebrador de la sociedad. Gran deportista, amante de la naturaleza y amigo de sus amigos, descanse en paz.

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