El yuan y Estados Unidos
No es común contemplar cómo la China comunista abandona una parcela de soberanía. Aún menos cuando se trata de cederla a 'las oscuras fuerzas del mercado'. Y esto es lo que está sucediendo (...).
Tres semanas después de acabar con el régimen de cambio fijo respecto al dólar, China afronta una nueva etapa al anunciar que, en adelante, el valor del yuan dependerá de las grandes divisas. Las fluctuaciones de la moneda continuarán directamente controladas por el banco central, pero se aprecia claramente que sopla el viento de la historia (...).
Parece poco probable que China permita a su moneda fluctuar libremente en un futuro próximo. El compromiso de liberación no se ha traducido, por el momento, más que en una ligera revalorización del yuan, insuficiente para aliviar a los industriales occidentales que compiten directamente con 'la fábrica del mundo'. El yuan débil, como el yen débil de los setenta, favorece considerablemente a las exportaciones chinas.
Pero herraríamos si precipitamos la situación por las consecuencias que traería sobre la financiación de la economía americana. La Casa Blanca lo ha comprendido y se ha alejado del discurso antichino de moda entre los halcones del Congreso, pues ya se sabe que es mejor no enfadarse con el banquero.