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CincoSentidos

La fuerza plástica de la fiesta, en láminas y grabados

Un único hecho cultural y estético, la fiesta de los toros, y dos visiones distintas, casi antagónicas, las ofrecidas por los pintores Goya y Carnicero. La exposición Tauromaquias, que recoge los grabados que sobre ese tema realizaron ambos artistas en los siglos XVIII y XIX, respectivamente, puede visitarse en la Fundación Mapfre (avenida del General Perón, 40) hasta el próximo 4 de septiembre.

Antonio Carnicero compuso sus doce láminas, que llamó Colección de las principales suertes de una corrida de toros, entre 1787 y 1791, a partir de una gran cantidad de dibujos preparatorios, muchos de los cuales también se muestran en la exposición; Francisco de Goya realizó sus treinta y tres grabados entre 1814 y 1815, en una pausa en el trabajo de elaboración de Desastres de la guerra y Disparates. La temática es idéntica en ambas colecciones, las suertes del toreo, si bien el genio personal de cada artista influyó en el alcance de sus respectivas Tauromaquias.

También varía el punto de vista de cada pintor ante el hecho taurino: Carnicero realiza una serie muy limpia y luminosa, de una gran claridad en la línea; Goya, por el contrario, lleva al toreo su particular visión dramática de la vida. Los grabados taurinos del artista de Fuendetodos están influidos por los fantasmas que rondaban por su cabeza, de manera que las estampas se relacionan estéticamente con las series de los Desastres y los Disparates que estaba componiendo en esos mismos años.

La importancia de la Tauromaquia de Carnicero es doble, pues si por un lado cumple una función didáctica, la de mostrar cómo era la fiesta en los últimos años del siglo XVII, por otro creó escuela. Fueron muchos los dibujantes y pintores que siguieron la estela marcada por él. Al valor artístico del trabajo de Goya, reconocido universalmente, hay que sumar que don Francisco 'el de los toros', como firmó muchas de sus cartas personales, incorporó a la fiesta un estado de ánimo, sustituyendo la luminosidad de las corridas por un costumbrismo de marcado acento trágico. Goya, asiduo espectador de festejos taurinos y amigo de muchos toreros, trascendió de la anécdota hasta convertir el toreo en un estado de ánimo. La presentación en la muestra que ofrece Mafpre de los dibujos preparatorios de Carnicero permite recomponer la segunda serie de grabados que el pintor salmantino tenía en preparación y que nunca llegó a realizar. Sus excelentes trabajos, que aparecieron en el momento en que el toreo estaba tomando auge como espectáculo popular, influyeron notablemente en las series grabados que realizaron viajeros románticos extranjeros, como Pinelli, Blanchard o Doré.

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