Videoconferencia, la última frontera de las comunicaciones
Las videollamadas siguen siendo hoy una excepción en el universo de las comunicaciones. Eso sí, una excepción que avanza de forma constante e imparable. Según la consultora Frost & Sullivan, el mercado de la videoconferencia empresarial está creciendo en los últimos años a un ritmo del 20% anual. No se trata de un invento nuevo. La primera videoconferencia de la historia se estableció en 1930 y los equipos comerciales asomaron tímidamente en el mercado 34 años después. No ha sido hasta la segunda mitad de los 90 cuando los equipos empezaron a reducir su tamaño y, sobre todo, su precio.
En España, los primeros sistemas que se montaron datan de 1980. Unos equipos que costaban alrededor de 120.000 euros.
Todo cambió en los últimos noventa. Se empezaron a comercializar pequeños módulos del tamaño de una caja de puros y algo más de dos kilos de peso por menos de 6.000 euros. Incluso empezaron a presentarse los primeros sistemas profesionales persona a persona, basados en ordenadores compatibles, por unos 1.200 euros. Fue el detonante de la expansión de la videoconferencia en ciertos entornos empresariales.
Las grandes firmas ven en este servicio una oportunidad para reducir costes
En los 90, un estudio de mercado realizado por Frost & Sullivan sobre las 500 compañías más grandes de Europa desveló que el 85% de estas firmas tenía repartidas en sus distintas delegaciones una media de 30 terminales de videoconferencia cada una. Las grandes firmas ven en este servicio una oportunidad para reducir costes y aumentar beneficios.
De hecho, este sistema de comunicación permite que muchos profesionales y comerciales de oficinas distantes se reúnan sin tener que viajar. Investigadores de distintos puntos del planeta pueden compartir sus desarrollos y avances a diario casi con la misma facilidad y proximidad que cuando trabajan juntos en el mismo laboratorio. Los profesores pueden impartir clases magistrales a distancia e intercambiar conocimientos. Estas aplicaciones profesionales, en muchos casos, han justificado y siguen avalando grandes inversiones en equipos de videoconferencia.
El problema es que, en los noventa, tanto las tarifas de conexión como el precio de los equipos todavía resultaban insalvables para las empresas pequeñas y particulares. En los primeros compases del siglo XXI el escenario está cambiando. El empuje de la videoconferencia tiene sobre todo que ver con nuevas tecnologías como la telefonía móvil de tercera generación o el acceso a internet de banda ancha.
Para el desarrollo de videoconferencia profesional en gran pantalla, la que usan las empresas, internet también se decanta como un medio esencial. Un medio que está creciendo y afianzándose como vehículo para la transmisión global, tanto de imagen, como de sonido o de archivos informáticos.
Según Claudio López, director general comercial de Unitronics, 'la integración completa de voz, datos y vídeo en la red va a demandar servicios de calidad para que estas infraestructuras siempre funcionen, ya que al ser una parte estratégica de las compañías éstas no se pueden permitir que fallen'.
Cómo elegir un equipo
Antes de seleccionar el equipo ideal de videoconferencia para una empresa hay que definir claramente las necesidades presentes y futuras. Hay modelos especializados en videollamadas persona a persona o sistemas para montar reuniones virtuales entre grupos de profesionales.Así pues, la primera decisión tiene que ver con el número de los interlocutores. Entre los sistemas de despacho, se puede elegir uno que se instale en el ordenador personal o un aparato videoteléfono especializado aparte. Para conversaciones entre grupos, los equipos ideales son los de sala. Unos equipos conectados a grandes pantallas que suelen ofrecer una buena imagen y sonido. Los que buscan esta solución profesional deben exigir al equipo una calidad de comunicación tan buena que emule perfectamente el encuentro virtual. Los interlocutores deben hablar, escuchar y verse con la misma naturalidad que en una reunión real.Por último, hay que destacar la facilidad de uso. Cualquiera debería saber manejar el equipo. Entablar una videoconferencia debería ser tan sencillo como marcar un número de teléfono y mirar a la pantalla. El equipo de sala también debe ser transportable fácilmente. En cuanto a la fiabilidad, cualquier persona, cuando habla por teléfono, espera que la comunicación funcione correctamente y no se corte. Exactamente así deben comportarse los equipos de videoconferencia.