Una despedida cariñosa

Wim Duisenberg jamás buscó una reputación como la de Alan Greenspan. Y con todo, el legado del holandés probablemente se muestre igualmente duradero en los anales de la historia de la banca (...). Resulta especialmente importante desde la perspectiva actual que el señor Duisenberg fijase el estándar de independencia del Banco Central Europeo (BCE) (...). Con valor, el señor Duisenberg se hizo el sordo ante los líderes engreídos de Francia, Italia y Alemania. Durante años, le presionaron para bajar los tipos de interés en la creencia de que amañar el dinero en circulación les aportaría una tranquilidad económica duradera (...). Duisenberg comprendió que los fundadores del euro dieron a su banco central un objetivo simple: la estabilidad del dinero (...).

Como Duisenberg repetía sin parar, los problemas económicos de la UE son los problemas de los políticos, no los suyos. El crecimiento económico y la creación de empleo pueden ser promovidos a través de reformas estructurales como una normativa menor y menos impuestos (...).

Si el experimento de una moneda única fracasa al final serán los políticos en las capitales nacionales los mayores responsables. Duisenberg hizo que el BCE cumpliera con su parte del trabajo.