Expertos en seguridad ponen en la balanza terror y libertad
Es una decisión política. Convertir el acceso al transporte y los lugares públicos en una sucesión de detectores de amenazas terroristas es tecnológicamente posible. Ahora corresponde a la sociedad y a sus representantes poner una balanza y decidir en qué dirección se inclina: de un lado, la libertad ciudadana; del otro, la seguridad. En esos términos discutían ayer varios expertos en seguridad de diferentes empresas españolas, durante un desayuno patrocinado por la consultora Gavin Anderson. Compañías como Amper, especializada en soluciones militares; Eulen, dedicada a la vigilancia, Spanair, Telefónica y Metro de Madrid explicaron sus aportaciones a la integridad de los españoles frente a la amenaza terrorista, después de los dos ataques sufridos por Londres este mes y con la memoria viva de los atentados de Madrid. Lo cierto es que durante el encuentro surgieron más interrogantes que conclusiones.
Existen detectores de metales, de explosivos y sensores bacteriológicos. Sistemas de identificación de matrículas, cámaras de vigilancia, rastreo de llamadas y de correo electrónico. En breve estará disponible una tecnología capaz de reconocer con fiabilidad el rostro y el iris de las personas y ya hace tiempo que las fuerzas de seguridad del Estado intercambian información con otros países. Pero sigue sin estar claro si estos instrumentos constituyen una respuesta adecuada frente al terror.
Ángel Letosa, representante de SICE, la encargada de proteger las infraestructuras del Metro de Madrid, puso un ejemplo: 'En el aeropuerto de Barajas se ha instalado un sistema de reconocimiento de matrículas. Podemos saber a qué hora entra y a qué hora sale una matrícula. Pero no un coche. Se va avanzando en este sentido y dentro de poco podremos distinguir los colores y formas de los automóviles pero, al mismo, los terroristas desarrollan estrategias y aprenden sobre nosotros en Internet'.
'Siempre habrá un fallo. La fiabilidad total no existe y eso supone un límite a la libertad'
'Siempre habrá un gap, un fallo. La fiabilidad total no existe y eso siempre supondrá una limitación de las libertades, porque para minimizar el riesgo hay que combinar tecnologías de detección', añadió Letosa.
Y eso que los viajeros soportan cada vez mejor las molestias y los retrasos derivados de las inspecciones, según dijo el jefe de Seguridad de Spanair, Juan Carlos García Navarro: 'Entienden que es por su bien'.
La abogada especializada en protección de datos, Rosario León, del despacho Díez-Bastien & Truan mostró sus dudas sobre la necesidad de utilizar algunas herramientas de prevención porque 'la única que vez que en España se vulneró la ley de protección de datos fue tras el 11-M. Se abrieron todos los sistemas y se pudieron controlar los datos a nivel mundial. Y ésta es la tendencia que va a imperar. Pongo sobre la mesa el debate: es evidente que necesitamos control, pero este tipo de medidas, si se generalizan, suponen una restricción del derecho a la intimidad'.
En lo que sí coincidió la mayoría de expertos fue en pedir mayor coordinación. Pero no sólo entre las fuerzas de seguridad estatales: 100.000 personas trabajan en el sector privado y la información que manejan puede ser, cuando menos, interesante.
Sensores biológicos de explosivos
Las empresas trabajan incansablemente en el desarrollo de nuevas tecnologías para detectar explosivos causando las menos molestias posibles a los ciudadanos. Una de las líneas de trabajo son los sensores biológicos, que normalmente se usan para encontrar agentes contaminantes en la naturaleza. 'Son sustitutos artificiales de los perros, que siguen siendo los detectores más fiables', explicaba Francisco González, de Indra.Pero por muy sofisticados que sean los métodos, las empresas siempre encontrarán algún problema, como en los edificios históricos o artísticos, cuyas estructuras dificultan la instalación de sistemas de seguridad.