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Columna
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El 'nilómetro'

Ayer, Nueva York, Bali, Madrid o Londres. Hoy, Estambul y Sharm el Sheij. Las masacres terroristas se superan las unas a las otras, y entre la conmoción y el desconcierto nos preguntamos qué está pasando. Desde el origen de los tiempos, la humanidad buscó indicadores ciertos para medir o anticipar los fenómenos que pudieran afectarle. Muchos de ellos, como los augures o magos, tuvieron un base mágica o mitológica, pero otros funcionaban eficazmente sobre simples bases físicas.

La sociedad occidental está, en estos días, asustada ante un terrorismo islamista global que la golpea en sus entrañas sin llegar ni a entenderla ni a predecirla. ¿Podríamos encontrar algún indicador que nos anticipara qué es lo que está pasando en el seno del radicalismo islamista? Pues, aunque es bien difícil de precisar, el principal rompeolas ideológico se encuentra en El Cairo, a las orillas del mágico Nilo. Muchos piensan que el verdadero origen de Occidente no es Grecia, sino Egipto, de cuyas fuentes científicas los griegos bebieron. No lo sé.

El caso es que fue en El Cairo donde nació, allá por los años veinte del pasado siglo, la primera organización islamista que propugnó el retorno a la pureza del islam, la aplicación de la sharia y la violencia contra los ocupantes ingleses de Egipto. Fueron los Hermanos Musulmanes de Hasan al Banna, considerada como la primera organización que practicó el terrorismo integrista. La sangrienta marea que nos inunda nació pues en El Cairo; miremos hacia allá para conocer el nivel que está alcanzando la subida del río del odio y la sinrazón.

El integrismo nació en Egipto, y es allí donde probablemente se sigue concentrando la 'inteligencia' integrista

Menes, el mítico rey egipcio que unificó los dos reinos del Alto y el Bajo Nilo, creó, 3.100 años antes de Cristo, la ciudad de Men-nefer, que siglos después los griegos bautizarían como Menfis y que los musulmanes convertirían en El Cairo. La llamaron la Ciudad de la Muralla Blanca y en ella custodiaron lo más valioso de su imperio, incluido el tesoro real, estableciendo allí su residencia los más poderosos cargos de su corte. Entre ellos destacaba el jefe del nilómetro, que registraba oficialmente las subidas y las bajadas del río.

Es bien sabido que toda la economía egipcia se basaba en la riqueza agrícola que aportaban las periódicas crecidas del Nilo, que regaban y abonaban con sus limos el fértil valle egipcio. Miles de años después, como nos cuenta Max Rodenbeck en su recomendable libro El Cairo, la ciudad victoriosa (Almed), 'los primeros gobernadores musulmanes construyeron un nilómetro en la isla de Rodas, mirando a la ciudad. En la época de crecidas, a finales de verano, unos heraldos tocados con unos pañuelos amarillos recorrían las calles de la ciudad para anunciar la medición del día. Los tenderos, agradecidos, les daban una propina, porque el nivel del río afectaba tanto a los precios como a los impuestos. Cuando el agua alcanzaba las 32 cuartas necesarias, el Gobierno podía estar seguro de que tendría una cosecha espléndida y las arcas llenas. Si el río subía demasiado o se quedaba por debajo habría problemas'.

Miremos pues a El Cairo y comprobemos cómo anda el nivel del nilómetro. Nos sorprenderemos. Una sociedad que en los años cincuenta y sesenta fue abierta y cosmopolita, está inmersa en una profunda involución social. Dicen que su sociedad tuvo un ojo puesto en París y el otro en La Meca. Pues bien, parece que ahora miran más hacia la ciudad santa musulmana. ¿Por miedo, por rechazo, por humillación, por convicción, por conveniencia? No lo sabemos, pero el caso es que los iracundos predicadores de la sharia ganan adeptos cada día. Miremos hacia El Cairo y veamos que es lo que allí sucede. El integrismo no nace en Arabia ni Afganistán. Nació en Egipto, y es allí donde probablemente se sigue concentrando la inteligencia integrista, mucha de ella rodeando la más antigua, famosa y purista universidad islámica: al-Azhar. Al Qaeda nació en 1998 al fusionarse la organización de Bin Laden con la Yihad egipcia de Ayman al Zawahiri. Pero no olvidemos que las interesantes corrientes modernizadoras y reformistas del islam también nacen en El Cairo.

El nilómetro nos indica en estos momentos que la crecida integrista continúa elevándose. Luchemos con inteligencia por que las aguas vuelvan a su cauce.

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