Ideas peligrosas sobre América Latina
Cuando caminamos por la senda de los preparativos de la Cumbre Iberoamericana de Salamanca prevista en octubre, Moisés Naim, el editor de Foreign Policy, ha logrado aislar como si fueran virus algunas ideas peligrosas sobre América Latina que han adquirido extraordinaria difusión y que consiguen nublar el conocimiento de las realidades de ese continente. Entre esas ideas peligrosas figuran: la idea de la ingente riqueza de los países latinoamericanos, una riqueza sin efecto alguno sobre la precariedad económica de sus poblaciones; la idea de la corrupción, concebida como la explicación monocausal de todos los males e incapacidades, una corrupción tan escandalosa como denunciada, pero indefinidamente impune.
También describe nuestro autor la idea de la sociedad civil que a todos enamora, convertida en bálsamo de Fierabrás, una sociedad civil receptora de todas las benevolencias de los medios de comunicación social que le adjudican toda clase de virtudes sin exigencia de refrendo ni responsabilidad alguna; la idea de la desigualdad que suscita el máximo antagonismo antes ocupado por la pobreza, y la idea de que la criminalidad e inseguridad, resultado mecánico del desempleo y de otras necesidades sin cobertura, forman parte de un paisaje inalterable.
El marco donde se formulaban estas ideas era el IV Encuentro con América Latina, impulsado por José Juan Ruiz y celebrado días atrás en el palacio de La Magdalena de Santander dentro de los cursos de la UIMP, bajo el título Democracia, crecimiento con igualdad y educación: ¿antídotos del populismo?. Naim, que conoce bien el paño y atesora experiencias intransferibles como la de haber ocupado la cartera de Economía de un anterior Gobierno de Venezuela, participaba en una mesa redonda dedicada a los ciclos políticos de la democracia y al resurgir del populismo, examinado como realidad y como fantasmagoría del imaginario colectivo. A su lado, Gustavo Suárez Pertierra, nuevo presidente del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, subrayaba el desprestigio de la clase política, la fragilidad de la democracia, la nueva modalidad de los llamados golpes de calle que desalojan a los gobernantes sin bayonetas y sin alternativas, la sustitución del marco general por el de las agrupaciones de intereses y el eclipse del optimismo de los noventa que hacía pensar en el paso esperanzador de los procesos de transición a los procesos de gobernabilidad.
Llama la atención cómo se prescriben recetas de más fiscalidad y Estado a América Latina cuando Europa abomina de esas dietas
Suárez Pertierra describía enseguida la trayectoria que va arrastrando a la democracia representativa hacia una determinada versión de la democracia participativa y se preguntaba por el giro a la izquierda de los nuevos populismos, que todavía ignoramos si será también un giro hacia la racionalidad o hacia la insolvencia. Luego enumeraba la tabla decisiva de las convocatorias electorales previstas para lo que queda de 2005 y para 2006. Unas convocatorias que someterán muchas de las apreciaciones de este IV Encuentro con América Latina a la prueba de fuego de la realidad y que según Francisco Luzón suministrarán a buen seguro una demostración empírica capaz de derribar muchos tabúes.
Para los asistentes quedaba flotando la duda de si entre los problemas de América Latina sigue figurando la violencia o si es por el contrario la ausencia manifiesta del terrorismo uno de los factores que ha desplazado el foco de la atención internacional hacia otras áreas geográficas. Luego, el columnista del diario El País Andrés Ortega, llamado también a esta consulta, intentaba acabar con los exotismos inventados de algunas realidades latinoamericanas y, por eso, recordaba que los populismos también habitan entre nosotros y acampan dentro de la Unión Europea en países como Italia, Austria, Francia, Holanda y otros en los que el fenómeno sigue incubándose. Nuestro analista subrayaba debilidad institucional y la indisciplina fiscal como características constantes de América Latina y temía el efecto contagio de la deriva autoritaria de la Administración Bush tras el 11-S neoyorquino.
Colegas de prestigiosos medios informativos de Brasil, Argentina, México, Colombia, Chile y otros muchos países dejaban sus preguntas, se apuntaban a la queja o expresaban la convicción de que América Latina había hecho los deberes y escuchaban cómo se les prescriben recetas a base de más Estado y más fiscalidad, precisamente cuando los europeos parecería que abominan de esas dietas y compiten por abandonarlas. ¿Será cuestión de dosis?