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Estilo

Tony Blair, el encanto de un líder aplicado

Se ha convertido en una referencia política. Convence allá donde va. El secreto, señalan los expertos, está en su entrega y profesionalidad

Le gusta ser primer ministro. Y se le nota. Por su convicción de ideas, su solidez, valentía, entrega y energía ha conseguido, algo que hoy día es cada vez más difícil en política, el respeto dentro y fuera de Gran Bretaña. Tony Blair, de 52 años, contagia entusiasmo y seguridad. 'Es un número uno, un fuera de serie', apunta el consultor político y analista electoral, José Luis Sanchís.

Los expertos consideran que las 48 horas de trabajo de Blair en Singapur fueron decisivas para que Londres consiguiera ser anfitriona de los Juegos Olímpicos en 2012. 'Fue muy aplicado y no perdió el tiempo. Seguro que allí sabía con quién tenía hablar, lo hizo y ganó', afirma el profesor y director del Centro de Gobierno Corporativo del Instituto de Empresa, José Luis Álvarez, que si algo destaca de Blair es su profesionalidad. 'Es disciplinado y cumple con sus obligaciones'. De Singapur voló a Gleneagles (Escocia), donde recibió a los jefes de Estado del Grupo de los Ocho (G-8). Allí le sorprendió el atentado de Londres. Rápidamente voló a la capital británica, donde pasó unas horas interesándose por la magnitud de la barbarie, y en el mismo día regresó a Escocia, donde prosiguió con su agenda y con el debate sobre la pobreza en el mundo. 'Ante un acontecimiento dramático ha huido precisamente de ese dramatismo y ha reaccionado de manera profesional', explica Álvarez.

La mayoría le señala como a un verdadero líder, aunque algunos afirman que tal vez es poco carismático, pero en definitiva se trata de un político que no deja indiferente a nadie. El pasado jueves, en La Vanguardia, el ex presidente de la Generalitat de Cataluña Jordi Pujol reconocía que nos encontramos ante 'el único político europeo actual con talla de gran líder'. No en vano se ha ganado la aceptación del Parlamento Europeo, reacio al discurso del laborista. 'Tiene iniciativa y es el único capaz de decirle a la Vieja Europa que tiene que espabilarse, que por el camino que vamos no es el adecuado, que es necesario innovar', añade Santiago Álvarez, profesor de Comportamiento Humano dentro de la organización del IESE.

En su opinión, gran parte del éxito de Tony Blair se debe fundamentalmente a que 'cree en lo que piensa, tiene unos principios y sabe comunicarlos'. No se arruga. No lo hizo cuando su credibilidad quedó minada por su incondicional apoyo a Estados Unidos en la guerra de Irak. Fue duramente criticado por la opinión pública y por una parte de su propio Partido Laborista. Sufrió un fuerte desgaste político, tuvo que aceptar la dimisión de cuatro ministros y que el Parlamento le acusara de manipular la información con la que justificó su apoyo a la guerra.

La presión de Thatcher

El electorado le castigó en las urnas, donde consiguió renovar su tercer mandato, pero redujo considerablemente su mayoría absoluta. Muchos se preguntan, por qué Blair apoyó la guerra de Irak. La respuesta cree tenerla el profesor del departamento de dirección de recursos humanos de Esade, Roger Bell, quien asegura que el elemento psicológico influyó en el primer ministro: 'Tenía que dar la impresión ante el mundo de que era un líder fuerte, que podía seguir los pasos de Margaret Thatcher como señora carismática, capaz de tomar decisiones importantes. Blair jugó a ello y se dejó llevar por la fuerte presión de George Bush'.

El 1 de julio asumió una presidencia de la Unión Europea (UE) envenenada, dividida. A pesar de ello, considera que es una oportunidad para estar en el primer escaparate mundial y, como buen profesional aplicado, aspira a aprovechar el semestre para aplicar sus teorías neoliberales a la economía europea. A pesar de que lidera un país claramente antieuropeísta y de que en la UE siempre se le ha visto como sospechoso, Europa se aferra en estos momentos a Blair para salir de la crisis en la que se encuentra, sobre todo después del no a la Constitución europea de Francia y Holanda. 'Tiene esa capacidad para convencer, para que la gente confíe en él, para persuadir, para caer bien. Además, aprovecha todas las oportunidades', afirma el profesor Bell. Añade que un auténtico líder es aquel que ante un desastre demuestra una actitud fuerte, sin fisuras, sin emociones. De la misma opinión es Santiago Álvarez de Mon, quien cree que el verdadero liderazgo es el que te saca de 'tu zona de confort'. Y él es un político que 'ha sabido gestionar todo tipo de conflictos, incluso dentro de su propio partido, y eso le hace más grande'. Además, continúa Álvarez de Mon, 'ha adquirido un compromiso para liderar la pobreza en el mundo dentro de un club, el G-8, que no es nada fácil'.

Un poco más allá va José Luis Álvarez, que recoge una idea que aparece estos día publicada en la revista New Yorker, donde se tacha a Blair de masoquista. 'En cierta manera lo es, porque no le importa enfrentarse a quien sea si con ello defiende sus ideas y hace lo que considera que tiene que hacer. Se enfrentó a la tercera reelección cuando vivía la peor crisis política que ha tenido dentro de su país'. El profesor del Instituto de Empresa aclara que el liderazgo de un político o de un hombre de empresa no sólo tiene que ver él, sino circunstancias que determinan una situación. 'Es algo que viene marcado por el momento que le ha tocado vivir', dice Álvarez. Y la clave de Blair, añade José Luis Sanchís, está precisamente en ese momento. 'Con Jacques Chirac derrotado, enfrentándose con determinación al terrorismo, saliendo reelegido por tercera vez, aunque este último hecho sea un inconveniente dentro de su partido', señala. 'Está viviendo unas semanas interesantes y las está aprovechando. Ha aumentado su imagen', afirma Bell.

Otra de las bazas a favor con las que juega Blair es su físico. Le acompaña. 'Tiene un carisma marcado por su apariencia, es atractivo, con buena planta, sonríe continuamente. Y eso es una parte importante dentro de la comunicación audiovisual', afirma Sanchís. También coinciden en la idea el resto de los expertos consultados.

'Es un comunicador positivo, que transmite energía, arrastra, es entusiasta', agrega José Luis Álvarez. 'Es la cara más amable, en estos momentos, de Gran Bretaña. Frente a otros políticos hieráticos, que leen lo que les prepara el asesor de turno, Blair es un parlamentario nato', señala Álvarez de Mon.

Ha ganado con los años, dice Sanchís. Le quedan menos: advirtió a los suyos que no volvería a presentarse a una cuarta reelección.

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